Uno de los inconvenientes de no tener estacionamiento en tu casa es tener que dejarlo en la calle a la merced de los raterillos que abundan por nuestra ciudad. Para mi desgracia, un día que comenzaba con normalidad me percaté que se habían robado mis espejos. Por fortuna sólo fue eso, los espejos y los rompieron, o sea se tomaron la molestia de despegarlos. Claro está que yo no podía manejar sin espejos, de por sí soy lo más tronca. No tenía idea dónde le iban a poner unos nuevos que no me costaran tan caros. Mi cuñado me dijo que en la calle de Puebla, al mero principio, hay muchas refaccionarias, así que aproveché y me di una vuelta. En menos de media hora, Julio Castillo, dueño de Refacciones La Bodega ya le había instalado los espejos a mi coche y además los reforzó para que no se los volvieran a robar y no me salió nada caro. Muy buen servicio.