Desde la década de los 90’s, la responsable de este negocio ha construido un mini emporio dedicado a la fabricación de vestidos de fantasía. Sólo es necesario asomarse a sus vitrinas para ser testigo de su casi interminable colección «princesas» que cumple los sueños de más de una quinceañera. Sí, no son vestidos que agraden a todos, pero aquellas mujeres que prefieren no pasar desapercibidas seguramente encontrarán algo de su agrado. Eso sí, tienes que pedir tu vestido con tiempo porque todo se hace a la medida y, dependiendo de la dificultad del bordado y pedrería, pueden tardar varias semanas en entregártelo. Creo que además de las quinceañeras, su producto puede tener un gran mercado en las fiestas de disfraces. Sin duda es un negocio muy particular que vale la pena checar.