A mediados del siglo XVIII se construyó un acueducto de cantera y ladrillos en la arquería que bajaba el agua del pueblo de San Felipe hasta la ciudad de Oaxaca, en el pueblo de Xochimilco se erigió una arquería a manera de compuertas para distribuir el agua hacia el último tramo y eliminar el excedente hacia el río Jalatlaco. Este conjunto de arcos fue bautizado popularmente como la cascada, nombre que bautizó a todo el entorno. Hasta bien entrado el siglo XX aquí se formaba una serie de pozas y una cascada muy vistosa, que se convirtió en un paseo popular en la época. Cuando el acueducto dejó de usarse y el río comenzó a desecarse, la cascada y las pozas se extinguieron. Pero cada año, en temporada de lluvias el espectáculo es recreado con puntualidad. Es bello asomarse desde la calle José López Alavés y contemplar el espectáculo. Hay, ahí mismo, una pequeña plazuela, tan linda como descuidada, que vale la pena visitar, para ver de cerca las ruinas del viejo acueducto.