El Cantil de los Tiburones

Lejos del bullicio que impera en la zona turística de Playa del Carmen se encuentra este auténtico oasis de los mariscos. Para empezar, la gente que lo atiende y los dueños son nacidos, en su mayoría, en esta parte del país, lo que significa que conocen de la materia y, sobre todo, saben quién y dónde se consigue el pescado más fresco de la región.
Olvídate por completo de pagar lujos innecesarios y dedícate sólo a disfrutar las delicias del mar, pero como los preparan en este original restaurante. Como en todo, cada quien habla según le haya ido en la feria, y yo siempre he tenido buenos y mejores ratos en el Cantil de los Tiburones. Lo que sí te recomiendo es que vayas sin prisas, se van a tomar su tiempo porque ellos no saben de tráfico y de urgencias… te digo que son locales.

Si te gustan los mariscos (de los que se pescan en el mar, no en los bares) y ademas eres de buen diente, este restaurante es el indicado para ti.
De entrada te llevan una minilla y frijolitos refritos en harta grasa con chile de árbol. Te puedes echar unas empanadas de camarón, o un caldo de posta de róbalo… hasta una mega mariscada para dos.
El servicio es excelente, los meseros le echan muchas ganas (han de atascarse de ostiones) y siempre están atentos para que no te haga falta nada en la mesa.
Las porciones y la frescura de los platillos justifican el precio, pero no recomiendo comer mas de uno, porque seguro saldrás con tu platito para llevar.

Llegué a este lugar, después de una larga jornada de trabajo y el equipo se detuvo en el restaurante El Cantil de los Tiburones y como soy minoría (por vegetariana) no tenía mucho que decir.
El restaurante es sencillo, sin ninguna aspiración más que servir frescos y buenos platos de pescado y mariscos al estilo veracruzano. La carta tiene una amplia selección de platillos con diferentes formas de preparación, pero para vegetarianos, les toca pedir el tan salvador guacamole.
Algunos de los platillos que podrás encontrar son, langosta a la mantequilla, caldo de mariscos, ceviche, camarones al ajillo, aguacate relleno con camarones, por culpa de estos exquisitos platillos, me hacen recordar cuando comía pescado y se me antoja un montón, pero por mi convicción no puedo hacerlo.
La gran falla de este restaurante, es la atención, es muy lenta y un servicio casi indiferente, si fuera un poco mejor, el público se iría más feliz y recomendaríà la experiencia completa, ya que la comida puede quedar en segundo plano aunque sea buena.

Y con ustedes señoras y señores, un restaurante para locales con los mariscos más frescos de Playa del Carmen. Al decir para locales, me refiero a que sus precios no están en dólares y su ubicación está más donde vivimos los playenses, para que no tengas que hacer la excursión hasta al centro. Este lugar tiene cosas ricas y otras deliciosas, como los camarones al turbante en salsa chabacano que están como para chuparse los dedos, los camarones fiesta, el pulpo al ajillo o los ostiones rockefeller, son un manjar. Puede que a simple vista se te haga carito, pero las porciones están grandotas, así que te comes todo lo que pagas.
La atención no es la más rápida, pero creo que el atole en las venas es generalizado en todo Playa del Carmen, no son muy propensos a hacer las cosas rápido y es que bueno, como decía mi abuelita, «rápido y bien, no ha habido quien».