Una sola vez he entrado a este edificio, y ni siquiera era un familiar mío sino el típico tío del primo de un amigo que un día coincidentemente terminas despidiendo(la verdad no sé qué tan típico sea). Para empezar la fachada intensamente roja me alteró y supongo que altera mucho más a cualquier persona que esté pasando por un duelo semejante. Es un color demasiado fuerte, brillante y agresivo para un sitio que se supone que debería proporcionar tranquilidad a los deudos de quienes están siendo velados. Los salones repartidos por todo el edificio no son muy grandes, pero son funcionales, aunque recuerdo que aquella vez hacía mucho calor, quizá por la época del año en que fue. Difícilmente se puede hablar positivamente de un lugar como este, porque los recuerdos suelen ser tristes.