Solo recomendaría este lugar en el muy remoto caso de que tu hambre ya fuera insostenible o que estuvieran llenos los lugares que hay por la zona. Aunque el lugar no es precisamente de los más concurridos, está en una ubicación que hace que salte a la vista sin querer, además lo puedes reconocer por el letrero que tiene afuera, donde anuncian el menú. El sitio es acoger, no lo niego, solo que es de esos lugares que tienen un enorme espejo justo donde te sientas(siempre me he preguntando con qué finalidad los ponen), que en este caso es una pequeña barra con bancos muy cómodos. E igual, tienen un menú que puedes contemplar también en la pared de adentro. Hay desde desayunos, comidas, tortas y demás. La mala experiencia que tuve aquí no fue precisamente de atención o precios, en ese aspecto, aunque el que atiende es muy serio, se portó servicial y los precios están muy bien para lo que comes. Mi inconveniente fue con la higiene de preparar la comida. Hubo varios hábitos que al menos, si sé que tengo clientes, pues los evito durante su permanencia. Además, sé que al menos uno nunca quiere encontrar más de un cabello en sus alimentos…