Café El Escondite

Sí, está escondido frente a un taller mecánico. Mal ubicado, pienso, aunque no es un café cualquiera. En vez de acompañar tu bebida calienta, tu rico capuchino de amaretto o de crema irlandesa, vainilla, con un pastel de chocolate, un cuernito de queso, un panquecito, un garibaldi o una banderilla, aquí lo haces con sopes, gorditas, tacos, tortas, papas a la francesa, flautas, hotdogs, sincronizadas y hamburguesas. Aquí no hay lugar para los postres… bueno, sólo hay un flan napolitano que no vale la pena probar.
Ambientado para ser un escondite con cocina, más que un café, puedes distraerte del tedio bajo una macilenta luz al tiempo que mejor pides un refresco y le entras con gusto a los antojos mexicanos y a los demás. Sólo recuerda que no estás en una fuente de sodas, ni en una cocina económica. No. Aquí estás en el escondite, resguardándote de quién sabe qué, con un café americano en tu mano derecha y una papa frita en la izquierda.