Comedor Doña Donají

Algún día alguien me invitó a desayunar aquí y yo no sabía en realidad porque elegía ir por memelas a un lugar que podría considerarse lejos, y con muchas más opciones cercanas.
Cuando llegamos me enteré que era amigo de Doña Donají, así que pensé que se trataba de eso.
Sin embargo, tras dar la primer mordida a las memelas entendí que en realidad si era por la comida.
El servicio fue lento, ya que tenía muchos clientes antes que nosotros (lo cual siempre es un buen signo para saber que un lugar es bueno: la cantidad de gente que tiene), pero esperé con un café con canela que no estaba nada mal.
Cuando por fin tuve mis memelas me encantaron, además de que la salsa hacíà la combinación perfecta.
Tenía en mente comerme unos 2 ó 3, al final consumí 7 (no, no estoy exagerando).
Espero volver pronto, porque además el precio, como puedes imaginar, está bastante bien, y Doña Donají es bastante amable.

A pesar de que este lugar ya lleva unos buenos años abierto no cuenta con un nombre propio, los clientes se refieren a él como «ahí de doña Donají», o al menos así lo hacen mis primas, que son quienes me trajeron a desayunar. Este sitio es sencillo y ha ido ampliando su espacio con el paso del tiempo.
Como puedes intuir, doña Donají es quien se encarga de preparar los deliciosos manjares que sacian el hambre de los comensales. La verdad es que cualquier platillo o antojito que pruebes aquí tiene una sazón exquisita. Para desayunar hay varias alternativas, desde tamales, de distintos guisos, hasta moles, pasando por memelas, empanadas, huevos al gusto y quesadillas, entre otras opciones. En cuanto a las bebidas puedes elegir entre atoles, café, chocolate o alguna bebida embotellada.
Las bebidas calientes las sirven en tazones y te pasan algunos panes para acompañarlas mientras te preparan tu orden. El personal es muy atento y rápido y los precios bastante económicos. Por todo lo anterior creo que vale la pena desviarse un poco del centro y venir a probar las delicias que prepara doña Donají.