El encanto de las playas muchas veces radica en los lugares que encontramos en la playa, que nos sirven pescado que creemos más fresco que ninguno. Incluso las cervezas frías son aún más ricas, nos refrescan como ningunas. Parte de ese encanto, además de la comida es tener el mar en frente, escuchar el sonido de las olas y sentir el olor a sal. Un restaurante que parece sacado de una playa, pero a mitad de una carretera en medio de una ciudad no suena a buena idea. Sin embargo, si lo es. No tenemos al más de frente, pero si a las montañas y el campo, ya que aún no hay grandes construcciones en esta parte de la ciudad. No escuchamos el sonido de las olas, pero si de los motos taxis que siendo optimistas pueden hacer una armonía musical. No sentimos el olor a sal, pero el pescado frito nos puede engañar el olfato. El lugar es muy sencillo y puede no ser del agrado de muchas personas, así que se recomienda ir con reservas. Pero si vas con el corazón abierto, y dispuesto a saborear un pescado y una cerveza(que a final de cuentas es lo que importa) vas a pasarlo muy bien. Y es que, aunque se sienta menos húmedo, pero el calor de Oaxaca no le pide mucho al de las playas, así que no nos costará mucho trabajo echar a volar la imaginación un ratito, todo sea en pos de pasarla bien.
