Un hostal que no se parece a un hostal sino a una casa. Cuando uno pasa delante duda en haber llegado en el lugar indicado. Llegando ahí me abrió un tipo grande con la pregunta: ¿Qué quieres? Eh Ok, se puso frio inmediantamente. Y eso que el lugar decía personal muy simpático. La primera impresión no fue nada buena. Luego resultó ser que ese mismo hombre fue el más simpático de los empleados. Los demás son poco sonrientes. En dicen que aceptan tarjetas pero no. Solo efectivo. Sin embargo el precio es bueno. Los baños son compartidos pero muy limpios. Punto negativo, los baños no tienen puerta sino cortinas: un poco incómodo. La habitación estuvo grande aunque no realmente era para dos ya que contaba con una cama doble y una simple: espacio perdido cuando somos dos. Algo que puede llegar a ser pesado es que durante la semana hay toque de queda en el hotel a las 12. Y hasta las 2 am los fines de semana. Además no tenemos llave para la entrada siempre hay que llamar a la puerta y en función de quien abre tiene cara de fastidio… pero sí hay llave para la habitación. El desayuno es super racionado 2 rebanadas de pan, un bol con una taza de cereal, un vaso de leche y café soluble. Mejor salir a uno de los restaurantes de la plaza del convento de Santa Rosa de Viterbo. Completo y rico por menos de 50 pesos por persona. Buen lugar para dormir limpio y proveen las toallas y tienden las camas pero sin más.