Ya tenía desesperada una persona que por accidente, le había descompuesto su reloj, ya que lo deje dentro de mi pantalón de mezclilla, y así se lavó. Ya había ido a checarlo pero en su mayoría querían venderme la máquina, hasta que ya perdiendo la esperanza, como último intento, pase a una joyería donde compraban oro y plata. El joven muy amable me pregunto por qué había dejado de funcionar, platicando el descuido, comento si lo habían checado o abierto, respondiendo que nadie lo había tocado. Se tomó la confianza, lo abrió sacando la pila y estaba oxidado. limpio el ácido que guarda dentro. Yo con cara de lo eche a perder, tomo una pila y volteándose a ver me dijo: “espero que tengas suerte´´. Termino de limpiar lo que había oxidado el reloj y poniendo la pila, volvió hacer su “tic-tac”. Me cobro por la pura pila y me arreglo la cadena por que se había reventado. Sin alevosía y ventaja me dio un servicio honesto.