La michoacana Frontera

During a recent day trip down into Tijuana, we stopped to satisfy the sweet tooth. This place is a free standing little shop within a larger shopping plaza area. Kind of an outdoor shopping mall, if you will. It was a rainy day, and there was very little tourist activity in this area just over the pedestrian bridge. Plenty of locals though trying to drum up business via their street carts and little shops.
At first I ordered a small ice cream to split, but soon realized it was too small and went up one size. After all, in this case, size does matter. The young man behind the counter wasn’t much on conversation but then again I couldn’t really understand what he was trying to say anyway.
We chose cookies and cream, which was actually pretty good. Even though it was raining, it’s always a good time for ice cream right? The drawback here was the price. $ 2.70 in American dollars for a fairly small frosty delight. I guess if I was ever brave enough to make a trip into TJ again I would visit for another round of ice cream.
If nothing else, it was worth the trip just to add another country to my list of International Unilocaling.

En este lugar probé una de las sorpresas al paladar más agradables de mi estancia en Tijuana. Estaba sediento luego de caminar por la zona. El Sol inclemente había derretido parcialmente las suelas de mis tenis, necesitaba descansar, beber algo, empezaba a ver espejismos en el aire, gringos con apariencia de piratas con dientes de oro, un negrito con rastas al que le volaba una capa mientras se deslizaba en patineta, masas informes semovientes cruzando las calles con gorras de sol, crocs y mayas color piel, indígenas con peinados punk y chakales de lo más cute: sólo podían ser ángeles caídos.
De inmediato me dirigí a este establecimiento. No me gusta comer en la calle salvo en lugares que ya conozco. No iba a comprar un jugo embotellado ni un refresco de lata que destruyera mi dieta. Así que iba con la firme intención de comprar un agua fresca. Jamaica seríà la elección. Un vato se adelanto a mí y sin pensarlo pidió un agua en especial, fue tan directa su decisión que de inmediato cambié mi parecer y al irse pedí yo también un! Agua de plátano! Me parecíà la fruta más inverosímil para hacer un agua fresca. Mi reticencia ante su cremosa textura terminó en cuanto di el primer sorbo. Sabía que sería una de las cosas que más recordaría de Tijuana. El agua de plátano.