«Una bodega grandota, a precios chiquitos», es el eslogan de esta dulcería y lo considero muy acorde, ya que las instalaciones son bastante amplias y tienen pasillos y pasillos con variedad de dulces tanto en presentación como en marcas. La primera vez que supe de esta dulcería tenía alrededor de ocho años. Mi familia y yo fuimos a la sucursal de la vía Ráporque mi hermana y yo queríamos ser parte de «Club infantil», un programa que veíamos cuando eramos más pequeñas. Antes de eso jamás había escuchado nombrar a esta dulcería, pero después de eso se volvió muy popular ir a la Mega dulces por, además de dulces, artículos varios para las fiestas infantiles o reuniones familiares. Esa vez me gané una bicicleta y creo que hasta salí en la tele, pero nunca me pude ver porque yo iba en la tarde a la primaria. Todo lo que supe después es que Mega dulces pronto tendría otra sucursal más cerca de mi casa. Los precios que manejan son de mayoreo y desde que se instaló esta sucursal se ha vuelto la dulcería predilecta de la casa para comprar dulces que luego revendemos en la casa o en la escuela para los transportes o útiles escolares que nos vayan pidiendo a lo largo del ciclo escolar. También tienen el área de los desechables para las fiestas y además hacen venta de piñatas de varios tamaños y personajes. Incluso la última vez que fui vi que vendían por pliegos papel para envolver regalos. Lo que se me hace chistoso es que los precios tienen centavos y por lo regular no lo redondean(a menos que sean 45, son 50), porque si te sobran 20 o 30 centavos te los dan en el cambio, cosa muy rara acá en el norte.