Entré engañado por el nombre, y salí contento con mi nuevo descubrimiento. Y es que supuse era un café, tan vez algo artesanal o tradicional. Pero no. El único café en la lista era Americano, aunque en el menú sólo decía «café». Fui en la mañana, poco antes de las 9 y tenía hambre, así que decidí quedarme y ver las opciones para desayunar. Unos chilaquiles rojos con carne bastaron. La tortilla era crujiente aún cuando estaba sumergida en la salsa, que si bien no estaba muy picante, tenía buen sabor. Acompañando a los chilaquiles me dieron una porción de frijoles con queso y una ensalada. Una taza de café, que aunque era de cafetera, estaba caliente, cargado y no muy dulce. Después de esa vez se convirtió en una nueva opción para comer. Entre los desayunos, el omelette con tocino, champiñones, salchicha y chorizo en salsa de chile chipotle es una bomba para el estómago, pero un banquete al paladar. También venden Hot Cakes, tortas y burritos, pero no son impresionantes. Para la comida, que también la he hecho allí, sirven varios platillos que tienen como base una carne y la guarnición. Pechugas de pollo a la plancha, pescado al mojo de ajo o milanesa napolitana, acompañado de arroz ensalada. Además cuentan con servicio a domicilio.