Cuando hay cumpleaños, o celebraciones, o mi jefe está de buenas y nos invita al grupo de trabajo chocolate caliente, manda a comprar pan a este lugar. No es un sitio ostentoso ni mucho menos, es simplemente una Panadería de un barrio común de Tijuana donde preparan exquisito pan. A eso se dedican, eso hacen, hacer pan. La maravilla viene que es un negocio familiar. Todos en la familia son panaderos y todos aman su trabajo, es algo que puedes sentir en cada mordida a cada una de sus piezas: conchas, donas, rollitos, orejas, polvorones, todo está aquí. No hablar de los pasteles«espejo» que son cubiertos con un betúm brillante de colores extravagantes que además sabe a gloria y el color te dice que sabor es: Rojo es sandia, morado es pan de uva, amarillo con sabor a platano. Por las fechas, hicimos un altar de día de Muertos, y venga, que casi nos morimos cuando probados con chocolatito, que ahí mismo nos prepararon, el tradicional pan de muerto. En resumen, es un sitio donde sí estás por el rumbo, debes de hacer una parada obligatoria y tomarte un delicioso café de olla.