Colegio Matel

La nostalgia me invada y quiza esta reseñà la haga mucho màs subjetiva ya que en este colegio estudie por 8 años además de estar en contacto con el hasta la fecha.
Es un colegio de monjas que tiene más de 50 años en la colonia educando a miles de niños y adolescentes.
Es un colegio bastante grande que se divide en dos partes divididas por una capilla y la casa donde viven las madres que mantienen el colegio.

Este colegio lo conozco desde que tengo memoria. No estudié aquí, pero son dos cosas importantes al respecto: está bien cerca de mi casa y es de la misma congregación del colegio donde estuve (Instituto Nueva Galicia), Congregación del Verbo Encarnado. Sí, es un colegio «de monjas».
El edificio es grande, con varios patios en su interior. Cada vez que hay elecciones, habilitan el espacio y ponen las casillas adentro. Así que tienes que hacer fila y esperar.
Pero algo que ha marcado al colegio no son las elecciones ni las kermeses. Les contaré una pequeña historia (es triste y es real) que si no me equivocó fue en el 2005. Y si no me creen lean los diarios del mes de diciembre de ese año.
Lo normal en este colegio era que los directivos dejaran salir a todos los estudiantes a la calle a la hora de la salida. Cerraban las puertas y ahí debían esperar a que los recogieran. En una esquina del edificio, hay una bardita, donde se sentó una joven de secundaria (iba a cumplir 15 años en ese mes de diciembre). Ese mismo día iba a comprar su vestido para su fiesta. No sé cómo, pero un taxi que iba por la Avenida Tepeyac, se salió de control y chocó contra la barda, directamente con la chica. Falleció al instante.
Recuerdo que debía ir ese día a la papelería a comprar cosas para mi tarea (también estaba en secundaria) y mi tía me acompañó. Pasó antes que yo y me dijo que no vea, por si las dudas. Solamente vi todo el muro deshecho.
A partir de ese día, hay postes de concreto en la esquina. Y a los niños, ya no los dejan salir del colegio. Para recogerlos, las maestras dicen el nombre del estudiante por micrófono, para que salga.
Cada diciembre, día de muertos, en el cumpleaños de la chica y en varias ocasiones, hay flores, fotos y juguetes. En esa esquina donde falleció, pusieron una virgen, con un letrero en nombre de la joven de los eternos quince o catorce años (no sé si ya los había cumplido).
Otro dato: ahí en esa esquina, hay una mano en concreto. Adivinen de quién es (sí, obvio, es mía). Antes había otra mano junto a la mía y unas iniciales, ya por el tiempo (fue eso en el 2005– 2006) se ha borrado un poco.