Pipiolo

A esta sucursal he ido una vez, con la familia de mi roomie.
Recuerdo que esa vez pedí carne en su jugo y un agua de Jamaica, muy bueno todo; en especial el agua porque estaba perfectamente fría y perfectamente dulce. La carne tampoco decepcionó, pero aun así sigo prefieriendo a Karne Garibaldi.
El ambiente y la atención del lugar fue excelente, éramos un grupo bastante grande así que los meseros tenían para divertirse con nuestras órdenes.
El local esta decorado de manera bastante rústica, como todos los Pipiolo, pero aun así bastante cómodo.
De postre una jericaya.

Este es un restaurante para ir con hambre y con ambiente de familia ¿porqué? Porque siempre ha sido esa la experiencia para mi entorno al Pipiolo: familia y platos enormes de carne, cebollitas y frijoles de la olla.
Lo primero que me encanta del lugar es que todos los platos y vasos son de barro. No sé porqué me evoca a una cocina mucho más pequeñas, hogareña y campirana de lo que en realidad es. Chance y lo hacen también por el sazón que añade el barro a los alimento. En algún momento de mi vida escuché que sí existe una diferencia gustativa cuando se cocina con barro y cuando no, para aquello de los escépticos. Entonces de cajón, es mi agua de horchata en vaso de barro.
En mi familia lo típico para pedir es el peinecillo (o más bien varios para todos), frijoles, miles de quesadillas y guacamole. No se necesita más. De cualquier forma no es como que pudieras comer más que eso.
También se sacan un 10 por tener esos totopos tan crujientes disponibles en cuanto te sientas a la mesa.
Súper tip: hace poco descubrí una sorpresa muy agradable que han puesto en marcha para los cumpleañeros que decidan festejar en el Pipiolo. No te quedes con las ganas y visítalo.