Iba en busca de nuevos restaurantes en los que poder comer un menú entre semana y acabé aquí atraído por su menú de 12 euros y su cómoda terraza, perfecta para aguantar el calor de agosto. El camarero nos avisó de que debido a unas obras de remodelación que estaban haciendo la carta habitual estaba reducida. Lo que no nos dijo es que nos servirían el salmorejo en un bol de plástico y el segundo en un plato también de plástico(eso sí el precio del menú era el mismo que cuando el restaurante se encuentra a pleno rendimiento). Personalmente, creo que si no se puede ofrecer al cliente un servicio como mínimo decente lo mejor es cerrar temporalmente el negocio o bien ofrecer algún tipo de contraprestación(un precio más económico o algo similar). Me sentí engañado.