Sorprendente, atractivo, calmado y con buen gusto. Son los primeros calificativos que se me vienen a la cabeza al pensar en esta coctelería de Almuñécar. No sé cómo será en verano, porque yo he venido en abril, pero desde luego la experiencia ha sido más que satisfactoria. Es un edificio de varias plantas reconvertido en bar de copas, donde un atento y agradable barman te atiende y te pregunta si quieres las copas bien o rápido. Todo un indicativo de que vivimos en una sociedad con prisas… y este lugar no es para traerlas desde la calle. Yo me tomé un gintonic muy rico y mi novia un mojito que también estaba muy bueno. Me gustó especialmente la música, la decoración, la exposición de arte, la terraza –que en verano debe ser una delicia– y la propuesta general del sitio. Sin duda, recomendado y cuando esté de nuevo por la zona, volveré.