Rincón agradable con una buena terraza con toldos para los escasos días de sol asturiano. Pequeña carta de cervezas y vinos, su punto fuerte es el café, bien hecho, y las tapas que acompañan, más elaboradas del habitual y sabrosas. A cambio es pelín más caro que los del entorno Las vistas son al parque y el monte de la Toba, con una calle de poco tráfico separando, es habitual ver familias que dejan a los niños en la plazoleta contigua(donde tienen un kiosko ya clásico en el barrio) mientras toman el vermut, hay un amplio rango en las edades de los clientes. También ofrecen comidas, que aún no puedo valorar.