Fimos un dia a cenar a este restaurante vietnamita al salir de la Casa Tibet. Como ya ibamos en plan místico, nos apetecia una cena a lo asiatico y casi sin pensarlo, dimos con este vietnamita. Nos atendieron muy bien y comimos muy a gusto. Recuerdo que nos pedimos una sopa cada uno. Deliciosas las dos, pero no sé cual era su nombre… También picamos diferentes entrantes típicos pero debido a mi memoria de pez, solamente recuerdo los Nems, que estaban muy buenos también. No sé que me pasa con la comida asiática que casi siempre me gusta, por no decir siempre.
Núria G.
Rating des Ortes: 4 Barcelona
Durante muchos, muchos años, trabajé al lado de un restaurante vietnamita. Al principio, si me tenía que quedar a comer en el trabajo, iba a buscar un bocadillo al bar de la esquina, o encargaba pizzas, pero un buen día me dio por entrar en ese local de cristales esmerilados en la puerta que impedían ver el interior. «El típico chino» pensé. Eso parece, desde luego: dragones, farolillos, inmensos cuadros con relieves mostrando colinas y ríos… Pero nada es lo que parece, porque el Capitol II tiene comida china, si, pero también vietnamita y eso fue un descubrimiento. Creía que toda la comida oriental(excepto la japonesa) se parecía a la china y resulta que no. La comida vietnamita tiene más sabores y otras texturas. Acabé siendo una asidua y aún hoy, cuando hace tiempo que ya no trabajo al lado, voy de vez en cuando para comer los rollitos Nem(frios o calientes), el pato vietnamita, el pollo relleno, o la deliciosa sopa típica de Vietnam. Voy por seguir comiendo tan exquisitos platos pero también para ver a la pareja que lo lleva: Sonia y Peter. Imagino que esa debe ser la adaptación más cercana a sus verdaderos nombres… Sonia es la hija del dueño, un señor mayor que aún corre por ahí, llevando a los clientes a las mesas. Acaba de abrir un localito en Gracia… tengo que ir a ver de que va! Peter, su marido, es de Birmania. A veces, cuando no tenían muchos clientes, se acercaba a charlar conmigo y me contaba cosas de su país y de como tuvo que salir de ahí por piernas. A fuerza de rollitos, pato y licor de arroz, nos hicimos amigos y he tenido la suerte de poder celebrar el año nuevo chino con la comida que preparó la madre de Sonia para ellos. Ese día, cuando fui a comer, la sonrisa del«abuelo» era inmensa. «Tu sienta, no pedir» me dijo. Y uno a uno fueron desfilando por mi mesa los exquisitos manjares que había preparado su mujer. Eso es excepcional… pero el lugar vale la pena. Es bueno, barato, distinto… y, sobre todo, quienes lo llevan, son gente encantadora. Ah, bueno… importante también: puedes encargar la comida y llevártela a casa.