Iba a ir la semana pasada con los amigos y está cerrado. Había cartas en la puerta así que debe hacer tiempo. Qué desilusión, era un mito ir alli y a la Torre Rosa :(
Xexu J.
Rating des Ortes: 4 Barcelona
Hace tiempo que no lo visito, pero lo recomiendo para cenas por la noche. El problema es que al menos antes muchas veces no había mesas y era difícil contactar con ellos por teléfono. El dueño casi siempre está en el restaurante y suele sentarse en alguna mesa a hablar con los clientes más fieles. Ojo con pasarse pidiendo pizzas que son gigantes y de masa gruesa, si pides sólo pizza yo no pediría más de media o ¾ de pizza. Haces tu las pizzas a tu gusto, a mi me encanta la de carne picante, salmón y ajos tiernos. También hacen muy buena la pasta y otros platos tipo provolone. Las pizzas también están para take away, recogiéndolas en el local. Alguna vez han tenido excepcionalmente algún postre de origen latino muy rico(el local tiene influencia cubana). El local está situado en zona de Maragall/Congrés/Sagrera. Puntos fuertes: — Comida abundante — Calidad de los platos — Atención al cliente — Buena relación calidad precio Puntos débiles: — Localización alejada del centro de Barcelona — Local algo oscuro — Dificultad para encontrar mesa y contactar con ellos — A veces sólo abren la parte de abajo donde hay pocas mesas
Raül R.
Rating des Ortes: 3 Barcelona
¡Oh, Musa! ¡Qué bello es el recuerdo y cuán prosaico el presente! No tengo que explicaros demasiado, ¡oh, lectores!, que acostumbramos a embellecer el pasado, creyéndolo glorioso cuando fue simplemente bueno. Digo todo esto a cuento de una pizza; sí, ese manjar redondo y completo como el sol. Hacía años que no iba a La Mamadera, y la recordaba como lo mejor que le había pasado a la pizza desde que alguien decidió ponerle la segunda zeta. Primero, decir que son grandes en buenrollismo, y también en ritmo cubano(lo siento por el tópico), porque eran las nueve menos cuarto y aún estaban abriendo. También, decir que la pizza estaba buena, muy buena si queréis(la pedí de pollo, cebolla y queso de cabra, mmm, y me añadieron unas aceitunas de regalo). La masa era gruesa y esponjosa, y pese a los ingredientes, no estaba ni mucho menos seca. Vaya, estaba buena, pero sin ser celestial. Ahora, no era tan grande como recordábamos, o como imaginábamos. Una pizza para dos nos quedó algo corta. Y el precio: 22 gloriosos euros. Una pizza por ese precio nos quedó algo cara. Si le vais sumando bebidas, primer plato y/o postre, calculen señores. Es un pequeño lujo; más pequeño de lo que recordaba y hubiera deseado. ¡Oh, dónde están las pizzas de calidad, sabrosas, grandes y a un precio correcto! ¿Dónde?
Adrián C.
Rating des Ortes: 4 Barcelona
En compañía de una pareja de amigos que tienen La mamadera como restaurante de referencia para cenar cerca de casa acabé una noche bebiendo un raro vino americano a espuertas mientras escuchaba a Leandro, el dueño del local, explicarnos su historia. Una historia en la que se cruzan, por las pasiones de la vida, Barcelona, Argentina, Cuba y las islas griegas. Y no sé si por el vino, por las desventuras de este hombre al que acabo de conocer o por la pizza y las cálidas paredes de ladrillo del lugar, vuelvo a mi casa con el corazón encogido. Leandro se disculpa de antemano, porque a pesar de habernos abierto su historia de par en par, mañana no se acordará de nosotros. Son tantos los clientes que pasan, que a pesar de los momentos más o menos especiales, su memoria ha optado por vivir de espaldas al restaurante mientras sus manos, sus piernas y su espalda se desviven por él. Ignoro si esas pizzas las prepara él, si las ideó él, tan poco italianas y con esa masa de pan tan rica. Leandro recomienda en cualquier caso no pedirse una entera, con media es más que suficiente. Aunque si prevemos que nos va a saber a poco quizá no esté de más pedir ensalada o algún otro entrante elegante, como el camembert con salsa de arándanos, cuya receta Leandro seguramente aprendió en algún lugar especial. Claramente no ha sido una cena al uso, empezando por esa botella de vino que tan generosamente el dueño ha compartido con nosotros, aunque por la seguridad con la que Leandro ha prometido no acordarse de nosotros, no siento que haya sido única y especial. Quizá es uno de los inconscientes anzuelos de La mamadera. Razón suficiente para volver.