En el entresuelo se sitúa el restaurante, la entrada que véis en la foto os lleva a una escalera. Comida de currelas para currelas. De inspiración vasca, pero con un motón de platos catalanes tradicionales. Ruidoso, con humo, pero muy auténtico. Hay diversos menús que se ajustan a tu bolsillo y a tu hambre. Las raciones son un escándalo y los bocatas son tan grandes que los denominan«trailers». Yo me llevo siempre alguno de la tortilla que tengan en el mostrador(calabacín, espinacas, alcachofas…). Servicio rápido y eficiente. Ni lujos, ni hostias. Vetusto y al grano, que hay que volver a currar por la tarde.