Clásico lugar donde empezar jugando una partida a billar continuar con los dardos y acabar con el futbolín. Retruc es un bar de la cadena Ovella negra. Es un lugar de ocio donde puedes jugar a todo lo que he mencionado anteriormente y además existe una mesa de tenis mesa. El espacio de la mesa me parece óptimo y perfecto para jugar unos partidos con alguien sin necesidad de ir a la federación catalana de ping-pong. Los fines de semana se llena de gente con un buen ambiente y diversión asegurada. El servicio es rápido sin largas colas para pedir bebida y el trato normal. La distribución tanto de las mesas de billar como las de futbolín y dardos es buena.
Raúl Y.
Rating des Ortes: 4 Barcelona
Mi reencuentro con el billar, después de una larga temporada sin coger un taco… concentración, una voll-damm y la bola ocho, tan mítica en el mundo de las motos, entrando en «su» esquina, tras chocar en dos bandas y esquivar dos bolas enemigas que tapaban su trayectoria… SATISFACCIÓN. Hacía años que no practicaba este juego y sólo he echado de menos ese ambiente nebuloso, ese haz de luz que iluminaba vaporoso las mesas… La ley anti-tabaco ha despejado el humo, pero siempre podremos echar una ojeada a la peli del añorado Paul Newman, «El color del dinero»…
Óscar S.
Rating des Ortes: 4 Barcelona
Me gusta mucho ir a jugar a billar y sobre todo al ping pong. Soy malísimo en esto último pero joder, tengo que practicar un poco. Normalmente suelo ir los domingos a eso de las cinco porque me aseguro que puedo reservar la mesa de pingpong sin que halla mucha gente. Normalmente no hay nadie. Ahora lo digo por aquí y se llenará, ¿verdad? Podéis ir otro día, este es el mío. La sala es amplia, intuyo que un sábado un viernes tiene que ser una locura ir allí pero si consigues sitio en un billar o un futbolín te pasas horas y horas jugando y bebiendo.
Bernat C.
Rating des Ortes: 4 Barcelona
El Retruc es un local como pocos quedan. El clásico, mítico y típico salón de billares y futbolines. Forma parte del conglomerado de antros asociados a l’Ovella Negra y eso se nota. Mucha gente, habituales, poca iluminación pero con focos donde deben estar: sobre las mesas. La música apenas logra disimular el repiqueteo de las bolas del billar, el sonido de las muñecas al girar para golpear con el defensa ese balón, lanzado directamente hacia gol. Alguien corre medio agachado, buscando una pelota de ping pong. Una cerveza se cae, un dardo se clava, otra cerveza acaba en el cabeza de alguien. La noche.