Hace poco me mudé de casa. Un piso más grande, soleado, en un buen barrio… lo que estaba buscando, vaya! Pero me encontré con un problema: las llaves. Las del piso son de esas de seguridad que tienen como agujeritos… no son corrientes, vaya! Las que abren la portería son tan raras que no las había visto jamás. Y para postres, el parking tiene un mando a distancia y otra llave, más extraña aún que las anteriores. Solo me dieron dos juegos y necesitaba algunos más. ¿Qué hacer? Todos los cerrajeros que encontraba tenían las normales, pero ni hablar de las de seguridad y mucho menos las del parking. Hasta que una amiga me dio la solución: Tot en Claus. Un alivio porque están todas las imaginables! El sitio es pequeño, muy pequeño. Incómodo también porque no hay ni sillas en las que sentarse: solo un mostrador minúsculo que hay que compartir con otros clientes que esperan llaves… pero da igual porque sabes que de allí saldrás con lo que necesitas. No es barato, pero si muy efectivo. Y hay veces que el dinero no lo es todo. Acostumbrada como estaba a que los cerrajeros copiaban las llaves con el típico aparatito que lima los encajes a medida, hasta me hizo gracia ver que las de seguridad se hacían con ordenador! Cuando fui solo había dos personas trabajando y tuve que esperar un poco, pero en honor a la verdad debo decir que como son simpáticos y te dan charla, el rato se me pasó como si nada.