Vine i Queda’t

El problema de entrar a una hamburguesería con la intención de tomar un café tranquilamente es que las probabilidades de haber entrado al sitio equivocado son altas. Pero a veces una anda muy metida en sus cosas y no repara en todos los detalles hasta que es demasiado tarde. Esto mismo me pasó al entrar a media mañana al Vine i Queda’t en uno de mis días estresantes. Necesitaba desconectar del «ruido» que había en mi cabeza y disfrutar de un café caliente, mientras me leía una noticia sobre los colores de pintalabios más vendidos del momento; buscaba algo ligero y esta noticia definitivamente lo era. Sin embargo me costaba concentrarme en mi lectura y os aseguro que la noticia era comprensible hasta para un mono. Al momento comprendí lo que estaba pasando: el camarero tenía un día especialmente feliz y se cantaba todas las canciones de la radio con una alegría, que daba gusto mirarlo; otra cosa era escucharlo. Así que decidí sustituir el «ruido» de mi cabeza por los gorgoritos de aquel simpático caballero. No hay mal que por bien no venga.