¡¡Soy muy fan de este sitio! Si viviera más cerca iría más a menudo, no sólo porque sus precios no son excesivamente caros, ya que entran dentro de la media, ni porque tengan una terraza estupenda y tremendamente cómoda, sino porque además su reclamo de música en directo acabó por conquistarnos definitivamente. Muy cordiales, buen ambiente y un grupo tocando una música que nos brindó ocasión incluso de echarnos unos bailes antes de irnos a dormir después de una tarde de lo más intensa. Lástima que no pudimos probar su karaōke, pero la banda, lo compensó con creces.