Estació de Castelló de la Plana

Odio Renfe. Esta estación tiene todos los ingredientes necesarios para desahogar mi cabreo diario. Los revisores son muy maleducados, los baños huelen fatal, hace un frío de narices y la cafetería de la estación es CARÍSIMA.
Recomiendo dosis alta de Tranquimazín cuando se venga en tren.

Esta estación se construyó a finales de los años 90 como solución al problema de tener las vias al aire libre y al lado del Parque Ribalta, el más grande y conocido de Castellón. Se soterraron las vias pero, inexplicablemente, las desviaron una avenida más arriba.
La estación, aunque es pequeña y subterránea, da la sensación de grandeza. Es de agradecer que sea subterránea, cosa que en Valencia es ciencia-​ficción todavía. Pese a ello, hay goteras cuabdo llueve y es inexplicable que la mitad del espacio de la estación sea el. hueco por el que se ve los trenes y las vías.
Sin embargo, la organización deja mucho que desear. Con los recortes de trenes por las obras del tercer rail, si la frecuencia de paso de los trenes ya era penosa en 2013/​2014, se ha vuelto grotescamente peor, habiendo días que podrías esperar DOS HORAS entre tren y tren.
En cuanto a servicios, no esperes mucho. La cafetería es carisima, el kiosco no. tiene mucha variedad más allá de los periódicos nacionales y locales y se echa de menos algo más de comercios.

Esta es una de las estaciones mas cutres que he tenido que soportar en mi vida, asi, directamente. De entrada, su ubicación en la ciudad es un poco extraña, es como una especie de isla en medio de ninguna parte. Su infraestructura esta llena de fallos, tiene goteras, es oscura, y sobre ser una estacion pequeña tienes la sensación de que todo esta rematadamente lejos. El entorno de la estación sigue la misma linea, especialmente si como en mi caso casi siempre la sufres de noche: es oscuro, soso, rodeado únicamente de tráfico y realmente incomodo. En resumen, una estación muy poco lograda que no hace justicia a la ciudad de Castellón.

Mojón de estación. Tiene ya sus años, pero menuda pifia y fracaso de estación. Situada en la zona oeste de la ciudad y «cerca» de la Universidad Jaume I de Castellón (a 20 – 25 min. andando). Esta bien comunicada con el resto de la ciudad y tiene todos los servicios de transporte a su alrededor, bicicas, taxi, estación de autobuses, paradas de bus urbano y tram. Dentro es una estación con servicio de Cercanías con Valencia y trenes de Larga Distancia que la conectan con Barcelona, Valencia, Alicante, Madrid e incluso Valladolid, León, Oviedo y Gijón.
Por dentro se ha quedado obsoleta, tiene dos cafeterías y para de contar. Un estanco que da a la parte de fuera con servicio de Loterías y Apuestas. La librería, papelería, prensa y demás detalles la cerraron hace unos meses quitando una parte importante y necesaria para los viajeros. La estación en si no esta muy bien protegida ante las inclemencias del tiempo y en verano es un horno y en invierno un congelador, si llueve es una piscina y sino huele a vertedero municipal. Está claro que el control de las estaciones subterráneas no es que sea lo más fácil y que esta tiene muchísimos años, pero no es una estación agradable en la que estar.
Lamentándolo mucho no creo que sea como otras estaciones que son muy comerciales, esta es más de subida y bajada de pasajeros pero no de hacer tiempo en ella. Lo siento Castellón, pero vosotros y los núcleos de transporte de pasajeros no os entendéis muy bien.

Estación con aires de «arquitectura de vanguardia» con bastantes matices. Si la observamos por fuera podemos ver que se une junto con la Estación de Autobuses compartiendo acera y alguna columna (poco más).
A su alrededor puedes coger fácilmente un taxi o el Tram (tranvía), hacer uso del BiciCas (como nuestro ValenBici). Hay una zona de parking (con gorrillas incluidos) y está relativamente cerca del centro.
He sido una asidua durante 10 años, la he visto experimentar mejoras pero… No las suficientes.
Cuando accedes a esta estación observas que la planta baja es la zona comercial (cafetería, restaurante, kiosco — estanco, tienda…) Es decir, ofrece una serie de servicios extra, aunque son carísimos sus precios. Dispone de una zona de información y otra parte con venta de billetes.
En el sótano, se encuentran los WC y los andenes. Es accesible tanto con ascensor, escaleras y rampas. Hay una zona destinada a trenes de media y larga distancia y otra, dedicada a cercanías y civis.
Visitar esta estación en un día de lluvia puede considerarse un deporte de riesgo, ya que sus goteras (algunas tamaño cascada) crean una serie de charcos que te permiten deslizarte cual patinador olímpico (si no resbalas antes o, metes el pie en los cubos que ponen para recoger el agua). Otro de sus riesgos son sus puertas automáticas, fallan bastante y he visto a más de un viajero con prisas besar el cristal (quedando como un póster).
Mi mayor queja, es el deplorable horario en fines de semana y festivos, su mala comunicación y poca frecuencia hacia la zona norte (cercanías). Esto es algo que Renfe-​Adif debería mejorar.
Viajeros al tren! Su servicio de megafonía (en varios idiomas) y paneles informativos te van informando de las siguientes salidas y llegadas.
Buen viaje!

He sido usuaria de esta estación habitualmente durante más de cinco años. A pesar de ser relativamente moderna contaba con algunas mancancias que ya han empezado a mejorar, como colocar una máquina de títulos al lado de la entrada a los trenes, ya que antes tenías que ir de un piso a otro y estaban bastante alejadas. La atención al público es la propia de las estaciones de tren de este país: una p**a m****a.
En comparación con la de Valencia cuanta con más espacio de espera para los viajeros y los aseos son aptos para el uso sin tener el temor de coger alguna enfermedad. Ah y también la tienda de prensa tiene una oferta bastante amplia de títulos y snacks

Estación multifuncional pero, principalmente, fea con avaricia. Está mal construida –tanto en forma como en contenido– en todos los sentidos posibles de la arquitectura y la funcionalidad urbana: accesos directos a vías cerrados, acabados superiores que permiten que cuando llueve en la calle también llueva dentro, máquinas expendedoras repartidas aleatoriamente que aparecen y desaparecen… Además, adherida a la parte trasera, se encuentra la Estación de Autobuses, o lo que es lo mismo: cuatro hierros blancos que hacen de techaíto y columnas, donde paran autobuses que van a países de Europa del este o a pueblos del interior de la provincia, y sobreviven un par de taquillas reformadas por última vez probablemente en un año que empieza por 197.
¿Qué prodríamos destacar de esta estación? Pues que es subterránea, algo que no es muy común en esta zona, y en parte se agradece que sus vías no se coman la mitad de la ciudad, provocando pasos y pasarelas imposibles, como sucede en Valencia. ¿Qué podríamos remarcar del estupendo servicio que Renfe-​Adif proporciona en su interior? Que la frecuencia de trenes es demencialmente tercermundista –en domingos y festivos, un tren cada HORA Y DIEZ– y que los taquilleros son las personas menos civilizadas con incomprensible trabajo estable que me he echado a la cara: no podré encontrar otro servicio de atención al cliente –por suerte– en el que se zanje una discusión con el empleado mandando al cliente, literalmente, «a la mierda».
Bajo sus paredes, un bar enorme con precios desorbitados y camareras antipáticas, un kiosco con dueña aburrida haciendo crucigramas que no te hace ni caso y un fotomatón; por fuera, un estanco, una parada de Bicicas (alquiler municipal de bicicletas), y unos restos de raíles y travesaños viejos a modo de escultura en la pared a la que da la terraza de la cafetería carísima.
Y, entonces, ¿qué me ancla a este horrible lugar? La gente maravillosa que hay en esa ciudad que, al entrar, por esta estación, te recibe con olor a caca.