Tras una larga caminata por las rutas de senderismo de los alrededores, varios del grupo de amigos que íbamos teníamos ganas de pasar por aquí para comprar queso. Se trata de una casa antigua que han recuperado para albergar un pequeño museo gratuito sobre el queso, especialmente el payoyo de cabra. El museo es pequeñito, pensado especialmente para niños, ya que toda la cartelería de información está a la altura de sus ojos. Dentro también hay un aseo de uso gratuito para los visitantes. Para mi gusto, lo mejor es la tienda que hay a la entrada, donde se agolpan los compradores de queso de muchas variedades de la zona, teniendo incluso algunas bandejas para probarlos antes de llevártelos. Los vinos, también de la tierra. Y a muy buenos precios :)