Un clásico en Fuengirola para comer buen pesacado, recién traído de la lonja. Eso sí, la calidad se paga, pero con gusto. El local es pequeñito, por lo que se hace imprescindible reservar porque se llena casi siempre, síntoma de que la cosa funciona. Ubicado muy cerca del puerto, mejor ir andando que en coche pues la cosa se torna imposible para aparcar por allí en verano.