Junto con la heladería del mismo nombre que hay en el vecino pueblo de Hondarribia, esta heladería es mi favorita. Los helados, en serio, son brutales. Hechos, en muchas ocasiones, delante de tus narices y, si tenéis la suerte de verlo, tendréis la oportunidad de probar uno de los mejores helados que he comido porque, si cuando llevan un tiempo en el frío son deliciosos, recién hechos son indescriptibles. Y no exagero. Son una especie de crema helada digna de ser el cemento que une los ladrillos del paraíso. TOMAYA.