Sales de un competición de escalada con sed de cerveza. Estás en un polígono industrial en «casa dios» y no conoces la zona. Pues vas al primer bar que ves abierto y justo está enfrente del rocódromo. El sitio grande, con una zona abierto al más puro estilo carpa para bodas y que por la noche se puede convertir en discoteca. El bar o restaurante es amplio, con tres zonas: barra, mesas para comer y una zona con bancos y mesas. El servicio, una pena. Bordes y secos a más no poder. Y malas caras continuamente. Pides la cuenta y no han quitado las consumiciones ya abonadas por amigos que se han ido marchando. Se lo dices, te ponen mala cara, te tratan como un anormal que no sabe contar y ahí se acaba la cosa. Nos cobran de menos y evidentemente, no advertidmos de su error al dicharachero camarero. Lo de bordes y secos va para todos los camareros que sufrimos y el encargadillo que pululaba por ahí. No me volvéis a ver el pelo, majos!!!