Mi lugar favorito de todo el pueblo; lejos además de cualquier otro lado. Cuando voy los minutos se me pasan volando con la cantidad de distracciones que hay. El principal punto de este sitio, como el nombre indica, es una fuente. Pero una fuente que viene directa desde el manantial; buenísima. Esta va corriendo por unas acequias desde el manantial y llega a la fuente, con dos buenos caños donde casi siempre sale agua a montones. Para deleite de los lugareños se les ocurrió darle más uso al agua que brota del suelo. De nuevo, y canalizada por una acequia, pensaron en utilizar el agua sobrante que manaba del manantial para formar un lago artificial bastante grande, en el que además puedes ver peces de agua dulce y un montón de patos que corren raudos a engordar sus panzas de todo aquel incauto que pase por allí bocadillo en mano. También pensaron en hacer un parque alrededor, donde hay bastante árboles para dar sombra, mesas de picnic y un paellero para poder cocinar algo a leña. Todo esto lleva bastante tiempo, pero recientemente lo reformaron y prácticamente todo es nuevo; además tiene alumbrado público y el suelo dejó de ser de tierra y está pavimentado. El mantenimiento es constante; cada poco tiempo pintan las vallas que protegen el salto al lago de cualquier pequeñuelo con afán explorador, y las máquinas de limpieza suelen entrar dentro para darle un buen fregón de vez en cuando. Si además vas en época de cría –que la verdad es que no sé cuándo es– podrás disfrutar de preciosas crías de pato pululando por la zona. Porque los patos no solo están en el agua, también caminan por allí libremente, que para eso es su territorio. Una tarde de buen tiempo, con airecito agradable, sentado disfrutando de los patos y sus graznidos, un buen libro y una cámara de fotos. ¿Quién puede aburrirse así?