80 Grados

Es de los mejores locales de las tablas (con permiso del Wagaboo) pero si es algo caro para las raciones que ponen que no son muy abundantes pero al menos si que están buenas y la presentación es genial.
Disponen tanto de carta como de menú pero la presentación y cuidado en ambos casos está muy trabajada. Aunque los menús tienen un precio algo elevados (13,50 € o 16,50 €) incluye tres platos uno frío y 2 platos calientes con bebida y postre o café, que, aunque sean tres platos, son bastante pequeños aunque muy sabrosos y presentados pero no por ello dejan de ser caros.
Eso si, al loro con la carta porque los precios son sangrantes para una cantidad ridícula que, pese a llamarse platos, en más de un lugar de Madrid hay tapas o raciones mucho más grandes y regaladas con tu cerveza.
Eso si, el cuidado y originalidad en la presentación de los mismo es exquisito además de estar muy buenos.
Para postres, la leche con chocolates y galletas o el milhojas crujiente de limón y yogur creo que son lo mejor de este local, buenos, originales, medianos y deliciosos.
Otra cosa que destaco negativamente es el orden de los platos dado que en ocasiones te los traen todos de golpe cual de chinos se tratara y es que tal y como salen de la cocina se llevan directamente a las mesas, a algunos les molará pero ciertamente a mi me agobia tener la mesa repleta de todo y sin poder mantener cierto orden.

El concepto de este restaurante siempre me ha llamado la atención porque juegan a la «nouvelle cuisine» pero con unos precios bastante asequibles, y tampoco encontrarás experimentos extraños en la carta. La mayoría de propuestas que tienen funcionan genial, así que no os asustéis de pedir por ejemplo el tartar con helado, porque es una pasada. También probé los gnochis con setas, por aquello de asegurar con un plato más clásico, y también estaban de vicio.
La sorpresa quizá venga al ver algunos emplatados, el huevo trufado por ejemplo viene mezclado directamente en un vaso y casi pregunto si se habían equivocado. Pero no, y además estaba increíble. Todos estos platos los pude pedir en su menú del día, a un precio un poco más caro que la media (unos 13 €), pero merecen la pena de largo. Incluye bebida, tres platos a elegir y un postre (también tamaño 80º). Mis ojos se fueron directos a la tarta de queso, y como fan de este postre he de decir que superó mis expectativas.
La pena es que los platos no sean más grandes pero claro, el concepto del restaurante se perdería. Casi mejor porque uno se va con ganas de probarlo todo, y así tienes espacio para elegir bastantes más cosas que en un restaurante normal. Para repetir sin duda.

Este restaurante es uno de esos sitios en los que dudo sobre su puntuación, ya que creo que la calidad de la comida es de cuatro estrellas, igual que las personas que te atienden, la limpieza del local y la relación calidad-​precio, que no es barata pero sí normal. Mi escepticismo sólo se debe a que prefiero comidas más tradicionales en lugar de cenar a base de picar seis o siete mini-​platos. No es un sitio que corresponda a mi particular gusto, pero tampoco le pongo ninguna pega, con lo que hoy, ya que me siento generosa, le subiré la nota, porque lo cierto es que estaba bueno y creo que destaca sobre otros locales de la zona.
La carta no es tan extensa y éramos seis, así que probé varias cosas: ñoquis, fingers de pollo, croquetas, pizza y bocadillo de calamares. Pidieron otros platos que no probé, pero todo el mundo parecía satisfecho alrededor de la mesa. Pedimos un postre de cada a excepción de la leche con galletas y estaban todos muy buenos.
De decoración moderna con luces de néón coloreado y música animada, el sitio estaba de bote en bote. Sumando todas estas bonanzas a lo original del concepto: comida cocinada a baja temperatura en platos pequeños, creo que se han merecido mi simpatía.

Es tan bueno como esperábamos. Hacía tiempo que quería ir a 80 grados y un día, lunes a las 9 de la noche, decidimos que ya era hora. Desde fuera nos dio la impresión de que estaba vacío y que íbamos a estar solos, pero al abrir la puerta… ¡sorpresa! Dentro sólo quedaba una mesa para dos libre.
Pedimos dos distintos de verano, que además de estar bien preparados y presentados, como detalle especial tienen una deliciosa espuma de limón. Eso sí, son más caros que un tinto de verano al uso: cuestan 3,30 €.
Para cenar, decidimos compartir entre dos el salmorejo con helado de parmesano (OMG!), el tartar de atún en gazpacho de cereza (que se salvaba por las semillas de wasabi), el solomillo con romesco y puré de patata dulce (riquísimo) y las patatas bravas (muy buenas y con picante en cuentagotas, literalmente). De postre, leche con galletas y chocolate (para repetir una y otra vez, sin duda). De precio salimos por unos 15 euros por persona y nos quedamos bastante bien. Todos los platos estaban bien presentados, estaban ricos y tenían un punto original que los hacía diferentes.
La decoración, íntima, elegante y moderna, choca con el tipo de gente que nos encontramos (familias con niños), pero a pesar del contraste, nos sentimos muy cómodos. Lo único que quizás falló un poco fue la atención de los camareros, a los que se les veía un poco desbordados y que se olvidaban de traernos la carta de postres o la cuenta.
En resumen, ¡para ir y repetir! Volveremos y probaremos más platos porque todo tenía una pinta excepcional :)

La carta es corta pero interesante, con tapas por 5 € ideal para compartir y probar. Las raciones son pequeñas, pero acordes al precio. Prepárate a pedir si tienes hambre.
El concepto de negocio es que entres, cenes y te vayas. Por eso tienen dos turnos: 9 y 22:30. Les interesa rotar las mesas y el ambiente y servicio está diseñado para ello. La música disco algo alta y con los camareros acudiendo a tu mesa constantemente para mantenerte servido pero sobre todo para preguntarte si has terminado.
No me malentendais, el servicio es bueno, la comida es buena y el sitio es agradable, pero si tu intención es tener una cena más intima, sin interrupciones y con una sobremesa larga esta no es la mejor opción.
Si te apetece cenar en hora y media y prepararte para continuar la noche este es tu sitio.
Por cierto, tienes que probar los tintos de verano que hacen aquí con una espuma densa con toque de limón. Ricos.

Me gusta el tipo de tapas modernas pequeñas y para compartir que me sorprendieron por el sabor
Sitio ideal para ir con un grupo de amigos

Me encanta sobre todo entre semana que tienen un menú muy económico por 14 €. No dejar pasar el huevo trufado y de postre la leche con galletas y chocolate. Me chifla!!! Comería solo esto!!!

Es genial el concepto de comer a base de pequeñas raciones, así pruebas 5 o más platos que están deliciosos. Me vuelve loco el salmorejo con helado de parmesano

Bueno y muy rápido, con mucha rotación porque sirven todo a la vez! Ideal para ir a ultima hora

Local agradable que basa su oferta de cocina en platos pequeños pero elaborados y sorprendentes. Ideal par pica y compartir.
El salmorejo con helado de parmesano, el steack tartas con helado de mostaza… no te dejarán indiferente.
Tienen menú de mediodía. Por las noches los fines de semana se suele llenar.
Interesante opción en las tablas

Lo había incluido en mis favoritos para probar y la verdad es que salí encantada.
Me gustan muchísimo los ventanales enormes que dan una luz espectacular al local pero, además me han dicho que por la noche, con la luces, está realmente chulo… Tendré que ir otro día cuando caiga el sol ;)
Probé el steak tartare con helado de mostaza y parmesano, el huevo trufado con patatas, los ñoquis con salsa de setas y parmesano, el solomillo con costra de Romescu, el falso risotto de gambas y la XS burguer. Salimos un poco rodando pero como íbamos unos cuantos que nos gusta probarlo todo, aprovechamos ;)
Lo que más me gustó, y debo decir que todo estaba espectacular, fueron los ñoquis y el huevo trufado, y lo que menos, el steak tartare.
Yo lo acompañé con un Ribera y mis compis con lo que llaman un dis-​tinto de verano que al parecer estaba muyyy rico :)
Como en su día escribió Lucas G, yo tampoco lo consideraría alta cocina sino creativa. Lo que sí tengo claro, es que no salí con hambre (tenía alguna referencia en este sentido) y que la calidad-​precio me parece muy correcta.

Me gustó mucho, la verdad es que sí. Tiene pequeñas tapas de cocina muy chic (la mitad de los platos no sabía lo que eran). Los platos son pequeños, pero baratos, así que es el típico sitio para probar muchas cosas.
Rissoto, huevos, ñoquis, hamburguesitas… todo buenísimo. Dos recomendaciones: beber distinto de verano y de postre el de galletas. Total 20 € en la comida, buen ambiente y local cuidado.

Pequeño restaurante de cocina creativa, en el que lo de pequeño se aplica también a las raciones. Todo es mini, pero eso no impide que la calidad y la presentación sea maxi, porque… ¡madre mía, qué rico todo! Platitos minúsculos, pero muy imaginativos y bien elaborados. De entrada, probamos la ensaladilla rusa… verde. Muy buena. Y la coca de sardina ahumada y salmorejo, una explosión de sabores. Un exquisito salmón en papillote con toques de lima, unos ñoquis con setas espectaculares, o un solomillo con costra de romesco tierno y sabrosísimo. Los postres, a la altura: la leche con galletas, un puntazo de originalidad, y la galleta Oreo, una sorpresa esperada, pero no por eso menos impactante y deliciosa.
Está todo tan rico que da pena que las raciones sean tan minúsculas, pero la ventaja es que puedes pedir un poco de todo, e ir de sorpresa en sorpresa.
Muy, muy recomendable. Volveré a probar lo que me falta de carta.

Uno de mis sitios preferidos en Las Tablas. Relación calidad-​precio excelente.
Yo no lo consideraría alta cocina como dicen algunos, alta cocina sería un restaurante de estrella Michelin (por categorizarlo de alguna forma). Es cocina creativa.
El salmorejo con helado de parmesano, los crujientes de pollo, la tarta de galleta y las carrilleras (que ya no están en carta), mis preferidas.
La única pega es que no cambian la carta muy a menudo y para los que nos gusta, se hace corta.

Vamos con mi primera aportación en Unilocal ;-)
Esta es la segunda vez que he ido al 80 grados y la verdad es que me gusta mucho; tienen carta, pero también menú del día. Es cierto que no es una carta de menú que cambie muy a menudo (no me acuerdo cuando fue la primera vez que comí allí y tenían lo mismo) pero por la presentación de los platos, la elaboración de los mismos, etc… entiendo que no pueda variar a menudo.
Son mini platos, como bien dice su carta, y en los menús (13,50 € o 16,50 €) puedes elegir un plato frío + 2 platos calientes + bebida + postre o café. Aunque son chiquititos a mi personalmente me han dejado muy satisfecha porque algunos de ellos son contundentes (como los ñoquis o el salmorejo). El cuidado y originalidad en la presentación de los mismo es exquisito (además de su sabor! ;-))
Muy recomendable y original su «distinto de verano» e increíble su leche con galletas y chocolate… de hecho en la carta directamente dice «no preguntes… simplemente pidelo»…y entre ese gancho marketiniano y que realmente está impresionante, merece la pena probarlo. El milhojas crujiente de limón y yogur también tiene buena pinta, aunque no lo he llegado a probar.
Que no os parezca raro si os empiezan a traer todos los platos a la vez, o si incluso la ensalada la traen después del solomillo… es lo normal en ellos, van sacando según vayan estando… al menos a mediodía son bastante rápidos sirviendo y cuidan bastante los detalles de atención, limpieza, etc…

Fui a este restaurante esperando encontrar alta cocina –quedarme con hambre y pagar una cantidad desmesurada de dinero– y no fue así ni mucho menos.
Los platos son lo suficientemente baratos como para que pidas 2 o 3 pagando en torno a 20 € y no te quedes con hambre, además tienen algunos platos que te proponen sabores nuevos pero también muy asequibles.
Del que mejor recuerdo tengo es del gazpacho con helado de parmesano: espectacular.
Eso sí, el huevo trufado no le andaba a la zaga, y los ñoquis estaban muy buenos.

Alta cocina en miniatura, no apto para los que prefieren raciones abundantes, porque aquí los platos son muy pequeños, y si quieres comer mucho te acabarás dejando una pasta. Importantísimo reservar.
El restaurante es muy mono y está muy bien decorado, pero como yo es ver una terracita y me ciego no he comido dentro… ¿Qué decir de los pinchos? Pues haber, tienen unas bravas, de las de toda la vida, pero servidas en un vaso; el humus es totalmente recomendable, lástima que la ración sea tan pequeña, porque yo me conformaría con comer sólo un plato de él y repetir cada vez que viniese de lo bueno que está; las hamburguesas xs buenísimas. Mi chico se enamoró del helado de parmesano con polvo de jamón, y yo del yogur con helado de limón y crujiente de chocolate blanco, una pasada.