Almacén de Pontejos

Lugar tradicional de Madrid por excelencia, los almacenes Pontejos destacan por su solera. Cuando entras te encuentras con un local abarrotado de abalorios, botones, corchetes, lazos, cremalleras, muestras de ganchillo, retales… y lleno de señoras mayores con sus bolsitas de sus trabajos para que los dependientes les faciliten el producto exacto que buscan.
Pedir la vez es la forma de convivencia aquí si no buscas problemas, y los numerosos encargados de solucionarte tu tragedia son la mar de eficientes. En mi caso, una cremallera de casi un metro y de doble carrito me quitaba el sueño; por 2,55 € podré volver a dormir tranquila.
Hay varias cajas a las que tu producto llega por detrás del mostrador, entregas tu tradicional ticket numerado y con el precio a mano, y ya está.
Y es que, si algo ha ido bien toda la vida, para qué innovar.
Pues lo dicho, cerca de Sol y con olor al Madrid de antes, un lugar que no te deja indiferente.

Bueno, bueno, bueno…¡¡qué sitio más peculiar!
El sábado pasado estuve por primera vez en este curiosísimo lugar.
Ahora entiendo por qué, cuando preguntas en Madrid a gente de Madrid de toda la vida por una mercería, te responden «¡Pontejos!». Así, sin más…sin calle, sin zona, sin número… ¿debería saberlo? Ahora sé que la respuesta es un rotundo SÍ.
Está claro, todos los madrileños de toda la vida pasan allí sus horas libres.
Se trata de un lugar emblemático y conocidísimo por los locales.
El solo hecho de llegar, plantarse en uno de sus múltiples mostradores y escuchar lo que la gente pide y cómo lo sirven es toda una experiencia.
Yo misma tuve la oportunidad de hacerlo, no por gusto sino por la fila que tenía delante, y no podía parar de sonreír.
En cuanto al SERVICIO, ¡rapidísimo y muy muy eficaz!
Además, los chicos que me atendieron me resultaron muy amables. ¡Nos dio tiempo hasta para bromear! Cosa que en principio no me esperaba ya que estaban a puntito de cerrar y todavía había dentro gente para llenar la plaza de Sol…
Los PRECIOS, supongo que lo normal en una mercería.
En cuanto a la DECORACIÓN, otro de los encantos del lugar. Todos y cada uno de los milímetros de sus pareces están repletos de sus productos.
El único punto negativo que le doy es que le falta algo de organización. No por la organización por mostrador, la cual es perfecta, si no la organización general.
Si necesitas cosas de 3 mostradores, necesitas hacer fila 3 veces (una por mostrador).
Además, se pide turno como en los viejos tiempos, ¡al grito!
De todas formas, opino que todo esto le da mucho encanto al lugar y algo más organizado (dispensador de turno centralizado, por ejemplo) le quitaría gran parte de su esencia.
¡¡Un 10 a la que, desde mi primera visita, es mi mercería favorita!

Vuélvete loca en este sitio. Tienen de todo para las manualidades, de-​to-​do. Las empleadas saben latín y te ayudan en todo lo que pueden. Nosotros fuimos a convertir un pin en un collar, compramos la cadena y los cierres, y como le dijimos a la dependienta que no teníamos herramientas en casa, nos lo cerró ella en un periquete súper amable.
Es un sitio que a pesar de tener mucha gente siempre, está bien organizado por zonas. No digo que no te tengas que armar de paciencia. No olvidemos que es un sitio donde las abuelas de toda la vida te van a ganar la partida y se van a tirar mil horas hablando con la dependienta, pero sabes que cuando te toque a ti te van a dedicar el tiempo que necesites.

Tanto como si necesitas algún artículo de mercería com osi simplemente quieres conoecer esta historica merceria merece la pena visitarla. Tienen de todo y ! no parece un ikea !

Un clásico madrileño, que me parece digno de ser visitado aunque no vayas a comprar.
Se distribuye de manera extraña, porque cada zona de mostrador funciona como unA tienda independiente con su propia caja. Siempre está abarrotado pero atienden a tal velocidad que eso es lo de menos. Sólo agobia un poco la muchedumbre. Eso sí, si buscas algún artículo de mercería y no lo encuentras aquí, probablemente sea porque no existe!

El templo de los botones y las cremalleras, el Vaticano de las mercerías, el edén de las manos hábiles con la aguja y el hilo, con los patrones y las puntillas.
Adentrarse en Almacén de Pontejos es sucumbir a la infinidad de complementos, lazos, lanas, cremalleras y utensilios de ganchillo. Dentro pervive inmutable la decoración original en madera y diferentes puestos para según qué cosas con esas máquinas que aparecieron en los 80 para no tener que pedir la vez e ir con tu ticket cuando el display en led rojo muestre tu número, cosa que es de agradecer porque la infinidad de personas que día sí día también hay dentro de este espacio es enorme, inabarcable, in-​asumible si te disgusta el roce involuntario aquí y allá.
A veces la impaciencia aflora en las caras de los clientes y de vez en cuando un conato de conflicto florece entre dos señoras o entre dos quienes sean pero acaba resuelto con el tema de la vez y el papelito. Me parece impresionante el control que de todos los objetos tienen los vendedores. Mola mil.

Hubo un tiempo en el que unas cuantas amigas estaban como locas por los abalorios, y me arrastraban. Luego, he tenido amigos y amigas locos por los disfraces, y muchas veces hemos terminado aquí, porque tienen de todo.
Pontejos se mantiene, contra viento y marea, como uno de esos establecimientos donde puedes comprar casi cualquier cosa que tenga que ver con a mercería, lo que se te ocurra. Y verdaderamente encuentras de todo, pero igual que tú, lo hacen esas doscientas personas que ves delante de ti, peleándose por ver quién iba primero.
Ármate de paciencia, como dice Óscar H, por las abuelas listillas… pero también por las dependientas, que no son precisamente adalides del buen humor. No sé si su trato depende en tu edad, pero un par de veces que he estado allí, más rancias no podían ser.

Es una tienda de toda la vida donde encuentras siempre lo que buscas. Y es verdad debería ir todo el mundo aunque sea solo a verla!!!

Yo compre un cono de hilo que me costo 15 €, una barbaridad, y me resulto inutil por que era demasiado grueso para lo que yo queria (para los vaqueros), asi que fui con el tiquet para que me lo cambien y me dijieron que no me lo cambian por que no se puede comprobar que yo no habia tocado el hilo, le dije que no lo toque y que lo comprobara con otros y nada que lo siente mucho pero que no me lo puede cambiar. Me parace deplorable. Podrian marcar los conos de alguna manera, sellar la punta o yo que se… Estoy dececpcionada.

Auténtica gran superficie del detalle, Pontejos es muy conocido porque cuando te hacen falta botones porque se te ha caído uno de una camisa o un abrigo… si no está allí no está en ningún otro lado. Pero no sólo eso, lanas, agujas y todo tipo de cosas para la costura, abalorios, cremalleras, imperdibles… digamos que para hacerse una idea el que no haya ido sería una mercería…de cientos de metros cuadrados. Una planta baja de un edificio dispuesta para todas esas pequeñas cosas que sirven para los arreglos de la ropa. Diferentes calidades y precios para todos los gustos. Eso sí, hay una lucha con las señoras que van a allí a comprar que a mí, personalmente me paré aun poco y sólo voy como acompañante obligado no por devoción.
Creo que para quien no ha estado debe ir aunque sea para echarle un vistazo porque es un sitio que respira casticismo por los cuatro costados y que parece sacado de una película en la que se reflejase el Madrid de los años 50. Y sí se te ha perdido un botón…allí lo vas a encontrar, seguro.

Es una tienda archiconocida en Madrid en la que puedes encontrar todo lo necesario para la costura. Lo que ya no sabe todo el mundo es las maravillas para los adictos a las manualidades que esconden en su planta baja. Una cueva de los tesoros con fimo, broches, fieltros de todos los tipos, colores y grosores, plastilinas, pinturas para tela… Lo mejor para mí la sección de libros con patrones, compré uno para hacer bolsos y carteras de fieltro, que me salió baratísimo y viene muy bien explicado. También compré uno de manualidades con pachtwork pero no está tan bien. El problema, como siempre, las aglomeraciones, es toda una aventura pagar.

Si eres menor de 50 o nunca has hecho ganchillo o pettit point puede que no te suene, pero rara es la persona que no ha ido allí a buscar un botón que perdió, un hilo de tal color o unas cuentas para un collar de tal forma.
Como en todo lo que se masifica, pierde personalidad y lo cierto es que he encontrado dependientes amabilísimos y otros que parecían haberse sentado en su propio alfiletero, pero por lo general muy profesionales dando consejos y aplicándose en la rapidez.
Todo un gigante de la mercería, este comercio se ha especializado en la costura y se lo ha montado bien; ticket para coger vez como en la carnicería, distintos departamentos en función de lo que se va buscando y una llamativa reproducción por mitosis, pues todos los locales de alrededor se han adaptado a este mercado, convirtiéndose esa plazoleta en un auténtico cajón de sastre.

Este es otro de esos lugares que los artesanos adoramos.
Además de porque siempre encuentro lo que andaba buscando, me gusta pasarme por Pontejos porque es una tienda muy antigua que conserva el moviliario desde la época en la que abrió, y eso fue hace mucho tiempo.
Uno de mis detalles favoritos son los bombos de cinta en los que todabía exponen el muestrario de botones. Miles y miles de botones, de todos los colores, formas, materiales y tamaños!
Están colocados justo delante de uno de los mostradores, y sólo dejan ver los botones por la parte superior. Para poder ver todo lo que contiene el bombo, vas girando la cinta y descubriéndolo.
Eso por no hablar de las estanterias de madera llenas de material, que suben por la pared detrás de los mostradores y casi no puedes ver donde acaban.
Lo peor es que casi siempre está hasta arriba. Y que igual que otros almacenes del estilo, tiene las secciones totalmente separadas con colas independientes. Esto te hace perder mucho tiempo.

Este archiconocido almacén se encuentra en la plaza del mismo nombre (Marques viudo de Pontejos), y es quizá el comercio más conocido entre las abuelas fanáticas del croché y las modernas del patchwork.
Enorme en tamaño, y con mostradores de madera, siempre hay una marabunta de abuelitas intentando colarse, mientras las dependientas ponen paz y las modernas se desquician. Así es Pontejos.
En el comercio podrás encontrar desde botones a fajas, pasando por mantillas y peinetas, y en general todos los productos que existen en la actualidad del mundo de la costura y las manualidades. Eso si, si en Pontejos no lo tienen olvídalo porque lo que buscas sencillamente no existe.
Últimamente han puesto un cartelito que avisa de que amigos de lo ajeno campean por la tienda aprovechando el tumulto y la confusión que provoca tanto perfume de myrurgia junto. Muy recomendable, pero ármate de paciencia no por lo la cola, sino por las abuelas listillas.

Entré aquí buscando un par de botones para péneselos de ojos a una esponja de oso que tengo, que al final la rompí y me quedé con el muñeco de adorno porque me dio pena botarlo a la basura.
Yo creo que he pasado muchas veces por fuera y mirado el escaparate, pero nunca había entrado hasta ese día que pasé por allí y me acordé del oso esponja.
Es increíble la cantidad de botones lindos que tenían. Yo recuerdo que de pequeña mi madre me tejía y si había que ponerle botones me llevaba a comprarlos y me encantaba ir y verlos ahí, tan diminutos, de todos los colores y formas. Recuerdo unos de manzana y otros con forma de conejito.
Estaba bastante lleno, pero me fui bien contenta con los ojos de mi oso.
Esta tienda tiene de todo lo que te puedes imaginar para labores y manualidades, es bastante completa, eso si, hay que armarse de paciencia, porque toca esperar a que te atiendan.

Ciomo dice Hop-​Frog, es un sitio realmente curioso, y a mi que soy un profano en este tema me resulta curioso observar lo que se cuece en una tienda como esta.
Por otro lado, cuando en casa hemos necesitado algo para las cortinas o algo similar, ha sido fácil encontrarlo, y los dependientes conocen todo al dedillo.
Eso sí, aviso para navegantes: suele estar hasta arriba de gente

Gran variedad de todo, desde un botón a telas, pasando por abalorios, un sitio como las antiguas mercerías, lo que no encuentres en Pontejos posiblemente no lo encuentres en ningún sitio.

Siempre está lleno de gente en busca de toda clase fornituras, hilos, etc.
Dada su gran variedad puedes encontrar desde el botón más sencillo hasta el que combina perfectamente con el color de tu prenda.
Los precios son bastante buenos.
Siempre compro aquí todos los hilos y telas que necesito y nunca he tenido ningún problema. Si tienes alguna duda, saben aconsejarte bien.

Encontrarás todos los abalorios necesarios para manualidades de todo tipo, desde cristales, cuentas, accesorios, tela etc

Negocio de toda la vida, Pontejos es un lugar digno de visitar incluso si no vas a comprar nada. Los mostradores abarcan todo el largo del local y todo el mundo anda revolucionado en busca del botón más adecuado para sustituir al que se perdió, de las cuentas que más pegan juntas o del floripondio que le iría bien al vestido.
Podrás encontrar cuentas, colgantes, botones, adornos, bordados, agujas, lanas, cintas, cordeles
¿Los vendedores? La mayoría señores que llevan toda la vida allí y que saben exactamente dónde está hasta el último imperdible que venden. Los precios son buenos, no hay más que ver la cantidad de señoras que hay, y esas no se equivocan nunca.