Este señor se ganó el cielo el día que le llevé mis botas de montaña, las mismas que había usado durante 9 largos años y que seguían intactas… salvo por el hecho de que la suela estaba completamente despegada(casi me caigo por un fiordo en Noruega por su culpa). Se las quedó, me dijo que me fuera a dar un paseo y que volviera en un par de horas. Y ahí estaban, listas para volver a dar guerra. ¡¡Y a cambio de 10 euros!