Su terraza rodeada de árboles, lo que en principio podría resultar un beneficio termina siendo un claro hándicap. Las hojas, cuando hay viento se meten en el vaso, lo que hace la estancia un tanto incómoda. En una ocasión quedé con una amiga de la Guyana Francesa que pasaba por Madrid en verano, y el polvillo y las hojitas no hicieron perder el momento porque el lugar era de lo menos y llevábamos seis años sin vernos. Así que en estos casos, lo mejor es proceder a entrar o buscar otra terraza, que por esas fechas sobran. Las cervezas están bien tiradas, y existe variedad de vinos. Su uso: el de una parada para repostar y seguir la ruta de la tarde noche.