Biblos

Tenía pendiente esta reseña desde hace mucho y no porque no se la merezca, al contrario.
Estéticamente el local puede «repelerte» desde fuera, pero merece la pena entrar y pedirse un kebab (perdón, debes decir un shawarma si quieres ganarte al propietario; pues kebab a secas es un término genérico) o cualquier otro de los platos libaneses que ofertan, ya que a precio de kebab callejero postfiesta te comes algo de gran calidad.
Sitio fichadísimo para cenar las noches de teatro y tener velada perfecta en comida y entretenimiento.

Hace tiempo pasé por aquí y tuve el placer INMENSO de probar un par de platacos de cordero de cuyo nombre ahora mismo no me acuerdo, pero que me dejaron encantado. A pesar de ser un bareto típico de Madrid, los libaneses que se han hecho cargo de él ofreces comida de su tierra a precios bastante interesantes, por lo que no sólo se ha ganado mi corazón, sino que hace que sienta necesidad de acudir a su barra de forma periódica.
En otra de mis incursiones pude probar el shawarma, que es una especie de kebab libanés (ojo, no pedir kebab, que el dueño se enfada y te corregirá rápido), con un pan bien tostadito y un sabor a cordero que quita el sentío. No dejéis de echarle salsa picante a todo lo que podáis y si os gusta mucho, atreveos a pedir la salsa picante que el mismo dueño hace a base de chile rocoto africano, pro ojo, más de uno verá las estrellas, avisados estáis.
Vamos, en definitiva, aunque no sea un sitio para enamorar a una churri, es ideal para comer diferente y bien rico sin dejarse los cuartos. A mí me tienen enamorado y entregado.

Aquí no se sirven kebabs, que el dueño se mosquea, aquí lo que hay son ricos riquérrimos shawarmas de pollo y a un precio más que estupendo.
Aunque el local no tiene pinta de kebabs y es más bien un local de toda la vida, aquí se sirve comida típica libanesa con el shawarma como buque insignia y con toda la razón.
No he probado ningún plato más de la carta pero tengo que decir que todos tienen una pinta estupenda y si el local estaba a reventar un día cualquiera entre semana por algo será.
El pan está crujientito y puedes acompañalo de salsa crujiente si te apetece para que se convierta en el manjar de dioses a buen precio que estabas buscando por el centro, ya que está a un paso de la Plaza de la Luna.
En definitiva, el segundo mejor kebab de Madrid después del afamado Kebab House.

Muy buen restaurante donde tomarse un excelente Kebab justo antes de entrar al teatro Lara.
Desde fuera parece el típico bar de «viejos» pero es solo una tapadera pues es un libanés con precios muy bajos y el mejor kebab que me he tomado en Madrid (de hecho solo recuerdo uno de Granada que me haya gustado más que este)
Para mejorarlo aún más, lo que comento del bar de viejos hace que no suela estar demasiado lleno y puedes comer y tomarte tus cañas tranquilamente.

Llevaba un tiempo inenarrable deseando probar el Biblos, y el otro día justamente, que pasé por la puerta, decidí llevarme a casa un plato para llevar. ¡Menudo sorpresón! Comparado con cualquier kebab, el Biblos le da doscientas mil vueltas. Yo me traje a casa un deliciosísimo plato con cordero, hummus, otra salsa que no sé muy bien qué era, arroz y un pan de pita delicioso.
La verdad es que me encantó. Todo venía en un recipiente de poliexpán, y cada cosa venía en su cuenquito, perfectamente preparada. Pese a que me lo prepararon en un pispás y que lo tuve que llegar a mi casa, cuando llegué seguía caliente y delicioso. ¡Flipé!
Es cierto que el bar en sí no invita mucho a quedarse, la verdad, pero la comida está tan rica y es tan barata que yo, personalmente, les perdono todo.

Había oído hablar de este sitio a unos amigos, pero ante todo ya me habían avisado de cual era el rollo, olvídate de lujos, es un kebab con comida libanesa.
A mí cuando voy al cine me gusta ir antes o después (después preferiblemente, yo si es muy tarde con la oscuridad, el calorcito y encima si tengo la panza llena zZzZzZzZz…) a cenar por ahí, y al salir de ver El Hobbit (2) y tras unos minutos de vacilación decidimos ir al Biblos, en el cual mi novio ya había estado pero no había probado nada, yo encantada, a mí me asusta bien poco el «cutrerío».
Llegamos, miramos la carta (yo tenía clarísimo que quería Mutabal) y nos decantamos por el susodicho, unas hojas de parra rellenas de arroz y un plato digamos combinado de brochetas de cordero. (Para dos)
¡Todo estaba buenérrimo!
Regado con una cervecita la cual quedó en el olvido porque no sé si era Amstel o San Miguel (y no soporto ninguna de ellas…)
Cuando pedimos la cuenta, el amable dueño nos obsequió con unos baklawas. No he hablado antes de él, pero es puro amor.
El único contra que tuvo la experiencia en sí fue un grupito de unos 5 dieciochoañeros gritones y petardos sentados al lado tomando unas cañas.
Dos tercios, un plato de mutabal, unas hojas de parra rellenas y un plato de brocheta de cordero = 20,10 €.

En Londres conocí a Lea una chica libanesa que estudiaba conmigo inglés. Ella me introdujo en el submundo londinense de la comida del Líbano. Digo submundo, porque determinados ambientes londinenses todo es un submundo.
Al llegar a Madrid, tenía saudades de ella, y por casualidad tropecé con este negocio de comida libanesa (bueno en teoria). Como lo asocié a ella, me hice fan de sus kebabs (extraña asociación) y empecé a consumirlos asiduamente (están muy sabrosos y no se pasan con las salsas). El local no invita nada a permanecer en él, menudo personajismo, no en la tienda pero si en la zona.
Siempre lo cojo para llevar.

Cuando entres al Biblos, dependiendo de la hora del día, puede que el ambiente te eche un poco para atrás. Verás que en la barra hay prostitutas, chulos… pero bueno, si sales a la calle verás lo mismo. Así que no te extrañe tanto.
Además, si tanto te asusta y te marchas, te perderás unos deliciosos kebabs, un falafel espectacular, un trato muy amable y quizás unos dulces de regalo.
Otra opción es que te preparen la comida y te la lleves, tampoco hay tanto sitio para sentarse.
Tú mismo.

El Biblos es un sitio que podría pasar por un kebab, si no fuera porque no es un kebab más. Su cocina es libanesa, y se puede apreciar la diferencia en los aderezos y el sabor de la comida, además de en la forma de preparar la carne. Creo que he probado casi todo lo que tienen en la carta, desde los rollos de pollo (tavuk) parecidos al durum, hasta los platos de brocheta de carne picada acompañados de arroz, humus o baba ganuch, y el falafel; y todo estaba bastante bueno. Lo único malo del local es el limitado espacio que tiene, pero tampoco es que suela estar abarrotado y, además, se está muy a gusto porque el dueño es un tipo libanés encantador, si no tiene mucho lío le gusta dar conversación (se nota que le apasiona la historia de su país) y algunas veces hasta nos ha invitado a un té libanés o unos dulces típicos.