Bichobola

Es la primera vez que pruebo su menú del día y me ha parecido realmente bueno. Platos que parten de la cocina clásica pero sobre la que ellos evolucionan para dar su toque personal. Probé unos fideos negros con sepia a los que añadían un toque de sésamo y un bonito encebollado con puré de patatas. Los fideos estaban buenos, pero es que el bonito estaba de escándalo. Muy jugoso y bien preparado. Y una ración bastante generosa. El menú son 13 € y merece la pena. De los menús que he probado por la zona es de los que más me ha gustado. Volveré en breve.

Como ya han comentado, el BichoBola es esa conjugación entre lo más típico con lo más moderno. Si vais varias personas quizás os salga a cuenta comer a base de entrantes, pero yo creo que la economía se resiente menos con un Menú.
Las croquetas de la casa están riquísimas al igual que sus borchetas de pollo tandoori con arroz, pero como ya he dicho no es precisamente barato.
El sitio es muy cuco, mucha madera pero sin llegar a lo rústico, además se repsira un ambiente tranquilo.

Fui por casualidad y ahora es obligada la visita.
Bichobola tiene el punto perfecto entre comida tradicional y gusto por la innovación y la restauración moderna.
Humildad y empeño parecen ser las bases de la creación de este negocio y parece que funciona. Menús todos los días compuestos por platos tradicionales como pueda ser un rico cocido madrileño, pero con sus puntitos innovadores, de manera que no puedes encasillarlo en una casa de comidas a la antigua usanza y un restaurante moderno.
Definitivamente un sitio donde comer como en casa, si en casa tienes este tino para la comida!

Es el lugar ideal para ese oscuro día en el que el hastío nos invade a la hora de acudir a nuestros lugares de menús baratos habituales (¡Otra vez a Casa Encarni, no!). Es ese el momento entonces de rebuscarse en los bolsillos para encontrar unos cuantos euros más que os permitan disfrutar de varios platos que no son el sota, caballo y rey de todos los días.
Esto es lo que ofrece Bichobola, la típica casa de comidas de toda la vida pero puesta en plan mono y con un menú que tiene a bien reforzar nuestra típica y repetitiva oferta diaria con un poco de color. Pequeño y tradicional, el lugar presenta dos menús a elegir dependiendo de cuántos euros hayamos recaudado entre los hilos de los bolsillos. Como el cambio nos dio de sí, elegimos un menú especial, el A, que en nuestro día estaba compuesto por un cocido moderno de la casa que incluía su sopa con alfalfa germinada, un timbal de garbanzos y tomate concassé, y raviolis de pringá. El veredicto es: muy rico. Sumando su postre y bebida correspondientes la nota nos marcó dieciséis euros. Si vuestros bolsillos se hubieran encontrado sobrerremendados y entre varias pelusas sólo encontrásteis unos cuantas monedas, la casa ofrecía un plan B, con cargo de trece euros, compuesto por ensalada de mozzzarella y bacalao con salsa de romanesco.