Bistrot

Bistrot es medio restaurante — medio «bar de viejos», pero siempre un lugar en el que acertarás.
Según entras, tiene una barra pequeña donde puedes tomar una caña, copa o un café mientras ves la televisión en el típico canal del fútbol. Después, tienes el salón… Más bien mini salón. Habrá unas 8 – 10 mesas y siempre está hasta arriba y es difícil encontrar sitio si no has reservado con antelación.
La variedad y calidad de la comida es bastante buena. Para compartir y de primero es bueno pedir unas tapas de bravas, rabas, setas o croquetas, aunque el menú es mucho más amplio y hay para elegir. Suficiente para una buena comida.
Aunque si eres de buen comer como mi familia, o prefieres sólo un plato fuerte, puedes elegir un segundo de carne, pescado o una buena ensalada. Las raciones son abundantes, tanto los primeros como los segundos y los ingredientes frescos y bien cocinados. La comida está muy, muy rica, de ahí que siempre esté el local lleno.
Yo recomiendo el pescado: la lubina a la espalda o la merluza de la casa son exquisitos. Aunque no hay que menospreciar a las chuletillas de cordero o al codillo con grelos.
Un detalle que me encanta y que sólo ocurre en España (y que cuando llevas un tiempo fuera se echa de menos y te saca la sonrisilla) es que el camarero te canta los platos y las recomendaciones.
Tienen también típicos postres caseros: arroz con leche, flan y natillas. Y luego los clásicos de cualquier sitio, no tan caseros pero aun así buenos: tarta de queso, tiramisú, helados variados…
Y te suelen regalar el chupito de después de comer y si tienes suerte, los cafés.
Un lugar bastante recomendado.