Centro de salud situado en la calle de Bravo Murillo, casi llegando a Plaza de Castilla y dependiente del Hospital Universitario La Paz. Resulta un edificio algo anticuado, de finales de los setenta tal vez(me lo invento totalmente) que cuenta con varias especialidades médicas, incluidos análisis de sangre, que hacen muy bien, por cierto. He visitado a muchos doctores aquí y todos han resultado competentes. El grupo ha sido tan variado que no sabría encontrar un patrón común, existiendo una gran oscilación de edad y de carácter. Unos me cayeron bien, otros me dieron igual y uno me pareció un imbécil, así que, como en cualquier lugar, hay de todo y en el fondo no tiene mucha importancia. Como aspectos negativos el más llamativo es la suciedad general, que hace que el centro se parezca más a un bar típico español de aquellos casi extintos(por suerte) con serrín en el suelo, servilletas y cabezas de gamba. No hay gambas ni serrín, pero sí papeles y cosas rodando por el suelo, escaleras mugrientas y paredes ennegrecidas, todo anti-higiénico a más no poder. El otro punto negro es el sistema de pedir cita: si vas por la mañana, tienes que coger número como en la pescadería y sentarte ahí a ver cómo pasa al menos una hora hasta que te atienden, porque está a tope y los del mostrador no perdonan su pausa cafetera. En cambio por la tarde no hay nadie, con lo que recomiendo fervientemente acudir a eso de las cinco para evitar aglomeraciones y un enfado innecesario. A parte de estos inconvenientes, la citas funcionan y, una vez la tienes, no te hacen esperar casi nada el día de la consulta, además te avisan por SMS para que no se te olvide. Los doctores, que son lo importante, son buenos profesionales y, en general, acabé satisfecha con el centro.