A menudo, en restaurantes de primer nivel te llevas una pequeña decepción al ver que lo que pagas no está en consonancia con lo que comes, sino más bien con la ubicación del local, con la decoración o con la fama que tiene. No es el caso de Conlaya. Se trata de un restaurante situado cerca de la calle Génova y a unas manzanas del Paseo de la Castellana. Tiene una carta variada en la que predomina la cocina cántabra, aunque con algunas pinceladas de comida de autor. El local es agradable, con una decoración con mucha madera pero estilo contemporáneo, con paredes blancas y cuadros abstractos que aportan una nota de color. El servicio es de alto nivel y la presentación de los platos, intachable. Personalmente me quedo con la ensalada de bacalao o las rabas, que estaban deliciosas. En cuanto al postre, yo apostaría por el arroz con leche, aunque la torrija de sobao también tenía muy buena pinta. En total nos costó alrededor de 40 euros por cabeza, pero os aseguro que fueron 40 euros muy bien gastados.