Costello Río

Fui con unos amigos al salir de ver una peli en el matadero (lugar altamente recomendable visitar si aun no lo conoces) y la verdad es que no está nada mal. Yo pedí un sándwich nórdico, de salmón con yogur y patatas fritas. El servicio muy muy eficiente hasta con el local a tope, creo que es la primera vez en mi vida que pido un vaso de agua y me lo traen sin tener que ser súper pesada y pedirlo veinte veces.
También tienen batidos, hamburguesas, tortitas, postres… A mi me recuerda a un dinero americano con una calidad que no está nada mal para el precio.

En una palabra: CORRECTO… pero sin más.
Fuimos 4 personas después de visitar el Matadero (está justo a la salida), nos tomamos unas cañas y después unas hamburguesas, que supuestamente tenían buena fama. La mia: la Mexicana, una mezcla de jalapeños, guacamole y demás tópicos. Estaba buena… pero sin más. No había nada especial, nada que la hiciera interesante (como, por ejemplo, un juego de especias ingenioso en la carne). Estaba simplemente bien.
¿Por qué le pongo entonces ⁴⁄₅? Porque el servicio fue estupendo: eran simpaticos, atentos y rápidos, y eso con el lugar a reventar. Un detalle como pedir un vaso de agua y que te lo traigan en el acto hace muchísimo. También: los puntos de las carnes estaban clavados, y eso no sueles verlo frecuentemente, sobre todo viendo el precio. Yo, por una caña y la hamburguesa, 10 €.
Vamos, que si estoy por el Matadero y me apetece tomarme algo, volvería por el servicio.

Soy asidua porque me pilla a mano y por la zona es de los sitios más agradables. Si hubiera más variedad, puede que no lo visitase tanto.
La comida: hamburguesa, sándwiches, ensaladas, bagels, batidos, nachos, berenjenas. Lo que realmente está bueno son las hamburguesas, el resto es normalito.
Tienen variedad de cervezas masivas, nada artesanal. Las copas no merecen nada la pena.

Sitio muy agradable, especialmente si hace bueno y puedes estar en la terraza. Hamburguesas muy ricas y a muy buen precio.

Un sitio genial la comida está muy buena, es todo casero, lo mejor las hamburguesas, la decoración está muy bien y el precio mejor aún muy recomendable ir y perdón cualquier cosa de la carta todo está bueno y tiene muy buen precio.

Suelo ir con bastante frecuencia al Costello, no porque sea la panacea de restaurante sino más bien por comodidad y cercanía.
–Los desayunos:
Los he probado todos, desde las tostadas y los molletes (estos últimos los más ricos), hasta los huevos fritos con patatas (sin misterio), el yogur natural con frutas (ningún descubrimiento) y el gofre, que por cierto, no recomiendo porque son del Super recalentados. Tienen leche de soja, punto a su favor.
–Las comidas y cenas:
He pedido las berenjenas rebozadas con miel, los nachos, las chapatas gigantes y la ensalada de espinacas, champiñones y mostaza a la miel.
Normalito todo, tampoco es que te esperes ninguna decostrucción minimalista de ninguno de estos platos. No hay sorpresas. Es lo que ves, no hay más.
La decoración si que me gusta bastante, el interior es de madera y hay un sofá grande debajo de un proyector en el que suelen dejar la carta puesta. Los camareros son jovencitos y por norma general agradables. Los fines de semana en cuanto hace calor, la terraza se peta.
Si te has dado un paseo por el Madrid Río/​Matadero y te apetece picar algo, aprovecha.

Yo lo siento, de verdad que lo siento cuando me hablan tan bien de un sitio varias personas pero cuando voy yo discrepo totalmente. Sobre todo porque tengo que ponerle mala nota y me da pena porque quizá solo han tenido un mal día y resulta que coincidió cuando pasaba yo por allí, pero qué le vamos a hacer… Si me vuelven a convencer para cenar allí espero poder subirle estrellas.
El sitio es bonito, moderno, cuidado, eso sí, el servicio simpático y la carta tiene buena pinta, hay muchos platos que, bien hechos y con buenos ingredientes, podrían estar muy ricos. Tienen ensaladas, bocadillos y hamburguesas en los que puedes elegir entre distintos tipos de pan, entrantes, chapatas…
Empezaré por los entrantes. Pedimos uno de cada (solo hay cinco) porque éramos muchos. El humus de cuatro tipos acompañado de pan de pita podría ser solo de uno, el de garbanzos de toda la vida, porque fue el único que nos comimos. Los otros tres (el de remolacha, el de berenjena y el de guisantes) se quedaron casi intactos, estaban bastante malos. Solo se salvaba un poco el de guisantes (ya digo, un poco). Las bravas no estaban mal, sin tirar cohetes, los trozos de pollo no los probé, pero por lo que se comentaba también normales, las berenjenas en tempura sí que me gustaron, la salsa con la que venían también estaba rica. Y por último los nachos, acompañados de bastante guacamole, también decentes.
Pero los platos principales ya peor. Yo pedí un «Fiordo» con pan Bagel, que estaba relleno de salmón ahumado, queso Philadelphia y eneldo. Debería ser difícil que estuviera malo, una cosa tan sencilla, pero me costó terminármelo a pesar de que era pequeño. El pan estaba entre duro y chicloso, como si tuvieran la bolsa de los bagels abierta desde hace días. Además, pregunté si podían ponerme de guarnición patatas fritas (como las hamburguesas) en lugar de ensalada de col, a lo que me contestaron que no (pese a que el precio es muy similar), por lo que pedí una ración aparte de patatas, la cual se olvidaron de traer. Cuando ya casi habíamos terminado, la camarera preguntó si faltaba algo, a lo que respondí que las patatas, pero que a esas alturas ya no las trajera (me dediqué a robarles patatas a mis acompañantes).
Y ya el súmmum fueron los postres. Que mira que me gustan a mí los postres, que casi cualquier cosa azucarada me va bien. Y sobre todo los postes que elegimos, a compartir: pastel de zanahoria, tarta de queso y crumble de manzana. Pues bien, el crumble no estaba mal, aceptable tirando a bastante rico, la de queso es de las peores que he probado, sosa y sin gracia (no es que pretendiera que me contara chistes, pero ya me entendéis), pero ya el pastel de zanahoria tuvimos hasta que devolverlo… Malísimo, tenía un regusto amargo, como si estuviera algo en mal estado. Impresionante. Me temo que me va a costar volver.

Me gustaría poder decir que la cena fue de 4 estrellas. De verdad que fui con intención de votar positivamente el lugar. Pero no. Dos estrellas, y justo, justo.
Escribo esta reseña en casa, recién llegado del Costello, con la tripa aún batallando con la comida. Sinceramente, no me ha gustado casi nada.
Empiezo con lo que sí me ha gustado: los nachos, ricos, aunque como muchos otros, las berenjenas rebozadas, muy ricas y las tiras de pollo rebozadas, bastante buenas y, sobre todo, servidas con una salsa barbacoa buenísima. Y ya. El resto, mal.
Estábamos un grupo de 8 personas, de modo que pedimos todos los entrantes. Los dos restantes, mal. Las bravas, deficientes, mega congeladas y con una salsa sosa como ella sola. Y el humus variado, salvo el clásico de garbanzos, malo con ganas, sobre todo el de remolacha, que no era un humus, sino remolacha batida.
Pasemos al plato principal: hamburguesa mejicana con bacon (un extra, el bacon, que pedí aparte). La carne es lo más soso que he probado desde la salsa picante de las patatas bravas, seca y con trozos de grasa gomosos como silicona. El bacon, cosa fácil de hacer, estaba tan frito y seco que parecía cartón secado al sol durante un par de años. El conjunto resultaba algo sabroso, por las salsas y demás, pero de baja calidad. Sobre todo teniendo en cuenta que nos ha salido a casi 19 € por cabeza. Casi nada. En general, mis acompañantes han comentado que sus hamburguesas estaban secas, que costaba comérselas. Una pena.
Pero la cosa no termina ahí. Pocas veces me leeréis devolviendo un postre. Pues ha pasado. Una ración de tarta de zanahoria que, claramente, estaba mala, pasada o lo que sea, pero en mal estado. La hemos probado los 8 y hemos coincidido. La tarta de queso era la tarta de queso con menos amor de la historia y, por terminar con algo bueno, el crumble de manzana estaba muy bueno, ese sí.
Así pues, visitad el Costello si os gustan los batidos de remolacha que quieren ser humus y devolver raciones de tarta de zanahoria.

Lugar de moda, fines de semana lleno hasta el techo pero aun así decidí ir y esperar unos minutos para poder comer aquí. Entre me atendió una chica muy simpática que me dijo la espera que había, me pregunto si me quería sentar en la barra para esperar, eso hice y en pocos minutos se desocupo una mesa. Pedí una hamburguesa con patatas fritas, que estaban muy ricas, el tamaño de la hamburguesa era ideal y su carne exquisita.
A pesar de que el lugar esta lleno, adentro y afuera, el mesero siempre atento a mi mesa y con la mejor onda, incluso me dejo un bote de ketchup medio vació y antes de que pidiera otro me lo trajo.
Es un lugar ideal para luego, de un paseo por Madrid Río, ir a tomar algo con amigos y pasar un buen rato. La ambientación del lugar es muy linda, mesas grandes de madera, ideales para familias con niños o grupos grandes de amigos, la música esta a un volumen perfecto donde te permite escuchar lo que el otro dice.

Después de haber venido varias veces de cañas y una a desayunar, decidí venir a cenar para una pequeña reunión de celebración familiar.
Nos sentamos dentro, y la verdad es que no puedo tener queja en el servicio recibido. Nos atendieron correctamente y trajeron tanto el entrante como los principales en el momento adecuado.
De nuevo pedí el tartar de atún, de nuevo estaba buenísimo; sin embargo dos de mis acompañantes pidieron una de las hamburguesas, y la verdad es que el aspecto de las patatas fritas me sorprendió por estar hechas sin paciencia ni cariño: patatas fritas blandengues y sin tostar en absoluto, en bastante cantidad, eso sí. Una plasta de patatas, para que nos entendamos (grimilla). Casi hubiera preferido esperar 10 minutos más a que nos trajeran todos los platos, antes de eso.
Por lo demás, el ambiente agradable con iluminación adecuada y acogedora, como de costumbre.
Una pena lo de las patatas; bueno, más que una pena, una decepción inesperada. Y ya se sabe lo que pasa con las decepciones… volveré de cañas pero no de cena.

Conocía este sitio porque su terraza parece ser punto de encuentro para varios amigos que salen a patinar por Madrid Río y luego tienen que volver andando de las cogorzas que se cogen aquí. Nosotros, que no patinamos, fuimos a una sobremesa tras visitar el Matadero brevemento y nos sentamos en su terraza que, si obviamos las irregularidades del terreno, nos resultó muy cómoda a esa hora en la que ya el calor el más llevadero.
Pedimos un montón de brebajes diferentes, desde un descafeinado solo con sacarina hasta un Tanqueray con Schweppes, pasando por güisquis y otros horrores. El servicio fue adecuado, aunque no precisamente rápido, y cuando nosotros nos íbamos y quisimos pagar nuestra parte mientras los demás se quedaban, nos sugirieron que mejor dejáramos el dinero porque pagar por separado era un lío. Ojiplático me quedé.
La comida no la probamos porque justo nos marchamos cuando nuestros amigos iban a ponerse de merienda-​cena, pero confieso que me quedé con algo de ganas, aunque gravitaba sobre mí la sensación de que algo iba a terminar fallando con su atención al cliente. No pude comprobarlo, pero leer otros comentarios aquí me ha reafirmado en mi sensación.

Me gustaría que esta reseñà la leyese el propietario del negocio y tomase nota. A veces hacemos un favor poniendo a la gente un poco las pilas.
No se puede tener un negocio tan desatendido. Fui a desayunar un domingo, hacía un día estupendo y se estaba genial en la terraza. El local está en una zona estupenda y se ve que han trabajado muy bien su imagen. Además me habían hablado bien de él, sobre todo sus platos para comidas, cenas, etc.
Pero según nos sentamos se marchaba una clienta porque ni siquiera la habían tomado nota en media hora. A los de la mesa de al lado les llegaban unas tortitas y se quejaban que no habían llegado las bebidas. Otras dos chicas estaban esperando aún la carta para ver qué pedían y al final decidieron ir dentro. En otra mesa servían un cortado en lugar de un corto de café que había pedido el cliente. Para rematar la camarera nos hizo un comentario quejándose de los clientes. Parecía que pintaba desastre el desayuno, aunque por suerte hicimos un pedido clásico de barrita con tomate y café para evitar perder tiempo eligiendo de la carta y no nos sirvieron del todo mal (aunque eso sí, el café me lo tomé frío).
Cuando trajeron la cuenta intenté pagar con el precio exacto, y menos mal, porque estuve esperando las vueltas (unos 40 céntimos) y al final, decidí irme porque tenía prisa, aunque desde luego no merecían la propina.

Y yo que pensaba que tenía reseñaca de este sitio del verano pasado…
Bueno, yo a lo mío xDDD Venía a «actualizar mi reseña», ¿es aquí? ;P
Resulta que en verano, más de una tarde y de una noche pues me dio por venir. La zona me gusta mucho y la terraza más.
Es cierto que para las cenas se pone hasta arribísima en verano y que se demoran un poquito al atenderte etc. Quizá porque en esos momentos iba relajada del verbo lo que quieras cuando te parezca jajaja pues me importó menos, pero creo que el domingo por la mañana con los desayunos, que por cierto, tienen una carta interesante para esto, pues el tema se fue de madre total.
Como bien dice Juan A, el resto de clientes estaban algo más que tensos y una de las personas que nos atendió incluso se quejaba de «cómo son los clientes». Sobre esto casi podría escribir un libro porque como algunos sabéis, yo también fui camarera en mis tiempos mozos mientras estudiaba y esas cosasss.
Menos mal que fui rápida. Dice mi madre que nací muy espabilada jajaja. Así que según nos preguntó ni carta ni nada, directa al turrón le pedí mi desayuno favorito: barrita de pan con tomate y aceite con un cafecito. El zumo ni se me ocurrió. Es una pena porque quizá me habría lanzado a probar alguna otra cosa de su carta de desayunos.
Está claro que, si bien su carta y tanto el local como la terraza molan, tienen un problemita con el tema atención, y diría que más que nada deberían contratar a alguien más, quizá solo algún refuerzo, porque lo suyo es que si vas un domingo soleado a desayunar y a practicar un poco de terraceo extremo, pues lo bueno sería que lo último que recuerdes de ese sitio es una mala atención.
Por cierto, los dos desayunos fueron como 6,16 € y el tomate era natural, quizá por eso le pongo dos estrellas en lugar de una.

Worst carrot cake and service ever. Cake was a bunch of sugar, and not tasting like carrot at all. Waitress very uptight. Not planning to come never again.

El servicio es bueno sin más pero la comida es muy buena y el ambiente y la decoración también. Muy recomendable.

La otra vez probamos la rosca de atún y hamburguesa de lechón y buenísimo. Hoy probamos la super chapata de ternera y el pollo con corn flakes y la verdad k muy ricos

Bastante bien este sitio, la carta muy variada y bien de precio, aunque de lo que probamos (tartar de atún, hamburguesas) no había nada del otro mundo.
Decoración y atención ok!

Pésima la comida y el servicio. Nada recomendable, no probéis el tataki y las patatas, del Mercadona.

Buena carne, y buenas creaciones. Hay cosas en el menú que sugieren que quien lo diseña ha estado realmente en EEUU. Dos inconvenientes: tardan un pelo en servir, y el fuerte olor a carne que queda en la ropa.

Venid con tiempo, que los fines de semana se peta!
Este sitio, abierto al calor de todo lo que ofrece el Matadero Madrid, realmente te llama a entrar. La decoración es muy chula y cálida y el ambiente bullicioso. Es un restaurante especializado en hamburguesas especiales, así como ensaladas y batidos, todo en plan americano.
El servicio es un poco caótico, y tuve que pulular un buen rato hasta conseguir que alguien me dijera dónde nos podíamos sentar, y quejarme de que yo había llegado antes para que no me pusieran a una pareja recién llegada por delante. Para no tener que esperar 5 mesas, fuimos a cenar a la terraza, que no tenía cola porque aún hacía frío por la noche. Tenía recargo del 10% en el precio.
Pedimos hamburguesa francesa y clásica, y nos gustaron mucho, aunque la presentación en bandejas de reja de plástico tampoco me parece lo más adecuado. También una ración de nachos que resultó ser muy abundante. El surtido de cervezas es aceptable.
Finalmente, el precio está un poquito por encima de lo esperable.
No es una locura, pero creo que sí repetiré (de hecho ya había venido antes), aunque por la zona cada vez hay más oferta de competencia.

Buscando hamburgueserías por la zona del Matadero, dimos con el Costello Río y enseguida pensamos que era el lugar ideal para poder ir con niños después de una mañana de teatro.
La primera desilusión se produjo cuando nos dijeron que no cogían reservas para los fines de semana. Si bien hubiéramos preferido poder realizarla, lo entendimos.
Sin embargo todas nuestras expectativas se vinieron abajo por el auténtico caos que allí había y un servicio malo y totalmente desorganizado.
Una pena porque la comida estaba bien, o al menos las hamburguesas que pedimos (salvo la de Lechón que estaba fría). Pero tuvimos que pedir cada cosa dos o tres veces (el ketchup, la sal o las bebidas) y adivinar nosotros mismos qué plato le tocaba a cada uno porque la camarera no tenía ni idea de lo que nos estaba sirviendo.
Obviamente, el lugar tiene una ubicación inmemojable y me gustó mucho la decoración, pero no creo que vuelva.

No hace demasiado, leía un artículo en El País en el que acertaban a llamar al eje Delicias /​Legazpi «el Brooklyn madrileño». Y si bien aunque de momento al barrio le quedan unos cuantos pasos por dar antes de convertirse en semejante cosa, parece que lleva buen camino, fundamentalmente impulsado por el rebufo del Matadero, que mantiene una interesantísima programación casi a diario.
Uno de los sitios que han nacido al calor de la propiedad municipal es el Costello Río, el hermano pequeño (aunque no por tamaño, ciertamente) del Costello Club. Un sitio que traerá conciertos y actuaciones a la zona, pero que de momento funciona fundamentalmente como restaurante /​bar, con un amplísimo horario que te permitirá desde tomar el desayuno hasta cenar por la noche.
Con semejantes premisas yo no podía esperar a probarlo, así que aproveché que hace una semana iba a ver ‘Tempestad’ (inciso: si no habéis ido a verla, está hasta el 20 de enero en la Nave 2 de Las Naves del Español de Matadero y merece MUCHÍSIMO la pena) para terminar cenando aquí con unos amigos. Lo primero que me llamó la atención fue el local, que está decorado con madera que parece sacada de palés, y le da un aspecto industrial pero cálido a la vez. El sitio, eso sí, estaba bastante lleno, cosa que me congratula porque siempre es bueno que los sitios nuevos, y que además apuestan por zonas nuevas como éste) tengan éxito.
Unos quince minutos después de entrar nos sentaron, y aunque nos tocó un camarero un poco despistado (tuvo que volver porque se le había borrado la orden) la verdad es que todo fue a pedir de boca. Las bebidas nos las trajeron con bastante celeridad y las hamburguesas salieron a la vez. Aclaro que pedimos tres copas de vino y la verdad es que tienen un vino de lo más decente y a unos precios muy buenos.
Luego llegó el momento de la hamburguesa. Yo pedí una italiana, y mis acompañantes pidieron un gran cajuna y una ibérica. No voy a mentir: estaba bastante rica, y las patatas eran caseras (gran triunfo, la verdad) pero yo tengo que reconocer que me quedé un poco hambriento para el precio que pagué. ¡Me supo a poquísimo!
Volveré, sin duda, sobre todo a probar las tostas y los bagels, y porque es un sitio agradabilísimo en el que pasar un rato y cenar por algo más de 10 €. ¡Además tienen muy buena música! Eso sí, en días clave tipo el Día de la Música, o el Primavera Club eso debe de ponerse imposible.