El Balandro

Este bar lo conozco muy bien… demasiado bien, ya que estaba justo debajo de donde trabajaba, y por ello no se por donde empezar.
LA comida normal, pero el trato horrible, daba la sensación de que estaba matando a alguien cada vez que pedía un te por la manyana, se ve que uno tarda más en hacer un té que un café y eso siento mal.
Precio muy caro, para lo que te daban.
No le pongo solamente una estrella, porque el último día se portaron bien y nos hicieron una pequenya fiesta de despedida.
Para nada recomendable, a menos que te caiga un aguacero y estes cerca de este bar.

Con decoración más allá del pan duro, es decir, rancia (barra forrada con escay desgastado, cuadros de nudos marineros en la pared, en los que falta algún que otro nudo que se cayó cuando murió Franco, maquetas de barcos cuyo autor descansa en paz hace años después de vivir una larga, larga vida…) encontramos este bar con un menú del día normalucho, con precio en consonancia y que no está mal para comer sin pretensiones un día cualquiera.
Cuando hace buen tiempo no se está mal en la terraza.
Pero si quieres vivirlo en todo su esplendor tienes que ir al caer la tarde, pues sus moradores naturales lo pueblan al salir de su trabajo; a partir de las siete se llena de pseudo ejecutivos que intentan eludir el momento de regresar a casa.
Entre nudos aflojados de corbata y tintinear de cubitos de hielo los depredadores acechan a los ejemplares femeninos que aparecen por el bar, incluído a las sufridas camareras que aguantan estoicamente el envite.