El Coconut Bar

¡Me encanta su daiquiri de fresa!¡No lo puedo evitar! Servido en copa grande, a modo de granizado, dulcísimo. No puedo evitar pasar por delante y pensar en él. He de confesar que no he probado nada más, pero es que la primera vez que lo pedí ya me conquistó.
El Coconut se encuentra un poco escondido, de ahí que sea un lugar bastante tranquilo incluso a altas horas de la noche. Consta de dos plantas. La primera, a pie de calle, con dos barras, la de la entrada, las más amplia y una pasada una puerta un poco más pequeña.
La planta baja, para mí gusto, es un poco claustrofóbica y poco iluminada. Casi prefiero quedarme en la de calle.
La decoración es muy ecléctica. Sillones de mimbre y escay, mesas bajas al más estilo sesentero, cabezas de ciervo, vitrinas llenas de cosas, espejos, neones y colores menta por doquier.

Llevaba muchísimo tiempo queriendo ir a este sitio y el resultado fue excelente.
Un lugar maravilloso donde lo moderno es en realidad lo antiguo. La decoración está mimada al detalle, todo como traído de una tienda de muebles usados (puede que efectivamente sea así) que te hace volver a los años de la movida madrileña.
Este sitio se ha vuelto tan popular junto con el Fabuloso, otro bar de los mismos dueños que está unas calles más arriba, por la famosa serie-​reality de Alaska y Mario, que aunque la gente la vea o no la vea, ha calado muy fuerte en nuestra sociedad.
Me gusta destacar la buena música y el buen ambiente, los cócteles con o sin alcohol, batidos y cosas ricas de comer como: tortitas con nata, tartas, nachos…
Nosotros nos pedimos un tequila sunrise y dos daiquiris de fresa de la casa que estaban deliciosos!
Seguro que volveremos allí a tomarnos algo otra noche.

Después de perdernos por las calles de malasaña hemos encontrado este bar, que andabamos buscando.
El lugar es encantador. Con lices de neon con el nbre del bar y su estilo vintage-​rockabilly, o algo por el estilo.
He tamado tinto de verano y creo que no ha sido la mejor opción, no estaba malo, porq que no sería cierto, pero tampoco nada del otro mundo.
Para estar en un lugar curioso con una ambientación distinta al de un bar de copas, es vuestro lugar.

The décor is impressive, Rockabilly style. But there is practically no service at all… you have to walk to the bar to ask everything yourself. We tried the smoothies and they were not bad, somehow the place was empty the whole afternoon.

Fuimos a tomar unas copas! Que desagrado el mal trato del personal! Es un horror de sitio aparte del mal gusto de la decoración y carísimo! Para jamás pisarlo

Había estado en el Fabuloso unas cuantas veces pero todavía no abía ido al nuevo local de Silvia Superstar. La verdad que me gustó su disposición. Amplio y con dos niveles. Puedes estar en la barra nada más entrar, sentarte en las mesas del fondo o quizás bailar abajo por si sois muchos. Perfecto para celebrar un cumple, como lo que hicimos el otro día.
Primero pedí unas cervezas y son 3 euros pero son bastante grandotas; eso sí, lo que más me gustó fueron los Daikiris de fresa mmmm… que rico por dios. Cuestan 8 euros pero mucho mejor que cualquier GinTonic. Ricos ricos y además te puede tocar trocitos de fruta por ahí que eso me encanta!!! Eso sí, no puedes parar y te pillas el puntillo rápido.
La estética es cincuentera como bien dicta los cánones de los gustos de Silvia. Las Vegas, bien de Elvis y print animal ;)

Me descubrieron este sitio una tarde entre semana, con la intención de tomarnos unas Cañas después de una jornada laboral. Para ‘lo famoso’ del sitio por ser uno de los sitios favoritos de Alaska y Mario, a mí, me desencantó un poco. Atención, pese a estar vacío, nula y tampoco acompañaron con unos mínimos panchitos ¿no?
La decoración, por lo original y extravagante, es lo que más puedo destacar.

He estado de tarde-​noche tomando unas copas y me ha desilusionado bastante. El local estaba casi vacío pero tardaron mucho en atendernos. Los precios de las copas y de los cócteles (9 y 8 €) lo normal para la zona y la calidad, pero la presentación me pareció un poco pobre. Además, nos pidieron pagar nada más traerlas. Y no es que sea un sibarita, pero si el pub está vacío no sé que prisa hay.
Lo mejor la decoración (me encantó la colección de bambis) y que se puede charlar cómodamente.
Eso sí, no probe ni los batidos ni los dulces, que no estaban mal de precio.

Me encanta la decoración de este sitio. Ya de por sí me gusta la de El Fabuloso, así que la de esta especie de sede, que reside en la calle de San Roque (a unos pasos del popularísimo El Palentino) no iba a ser menos. Inspiración tiki, rockera, bien de neones, leopardos, sillas de mimbre, dorados, lámparas vintage y una suerte de vitrina — escaparate de los preciosos horrores en la que puedes encontrar de todo.
Silvia Superstar demuestra que le está yendo muy bien, y yo que me alegro: en breve parece que va a convertirse en LA empresaria de la noche. Un título que lleva disputándose desde que abrió con gran éxito El Fabuloso, y que ahora a expandido a este bar nocturno (y de tarde) y al club que lleva el mismo nombre.
Me encantó que tuvieran cócteles, y además en copas propias de los ’80. El staff del local también muy bien, y además todos muy apropiadamente uniformados y en consonancia con el público: mucho hipster, mucho rocker, mucho tatuaje y mucha barba, vamos, lo que es Malasaña.
Lo único que eché de menos fue que, para cobrar 9 € por un gintonic, y poniéndolo como Dios manda en su copa grande y su todo, no le pusieran un poco más de cariño. No soy yo un especial talibán, pero a esos precios uno espera un mínimo de mimo. Eso sí, de ginebra iba sobrado (y yo que lo agradezco, que fue uno de los ingredientes fundamentales para que me lo pasase divinamente esa noche).
El resto de precios, muy pero que muy bien. Cervezas a 2 y 3 € y copas de vino a precios semejantes. Tiene papeletas para que me convierta en un asiduo. Para la «sesión de tarde» también hay tartas y algunas cosas de picotear. Un acierto.