En la variedad está el gusto, y a veces salirse de los bares de barrio, de los de toda la vida, también da vidilla. Este bar está más arreglado, de acuerdo a la demanda de la gente de la zona, que se quita la boina y se calza el barbour. No está nada mal de precio, y como está bien comunicado, se puede venir sin contar con el coche. Suele haber parejas de «treintaytantos» y grupetes de trabajadores oficiniles entre semana, así que tranquilito para las cañas y tapas. Unos 2 €, y aceptables.