Siempre me ha parecido un poco fuera de lugar que un bar/restaurante intente aparentar ser muy moderno en cuanto a disposición, decoración o el servicio de camareros y que luego los platos que ofrece sean de lo más corrientes. Propusieron acercarnos a este lugar que me pilla cerca de la oficina, y aunque yo prefiero comer un solo plato por aquello de no tardar demasiado y además pasarme mitad de la tarde intentando no rendirme al sopor, al final acepté. Este bar/restaurante tiene dos entradas, una por la Plaza del Conde del Valle de Suchil y otra por Alberto Aguilera. Os podéis imaginar que el negocio ocupa los bajos de un edificio, de ahí que haya escaleras para subir y bajar y que se parezca más a un pasillo con alguna zona más ancha que otra. Cuando llegamos, eramos 7 y sin reserva, nos dijeron que no había mesas, pero al cabo de un minuto nos dijeron que nos preparaban una. La mesa que nos prepararon no tenía pinta de que les faltaran mesas, ya que en una sola de las tres unidas que nos colocaron podíamos haber comido 5 personas fácilmente, y en dos, los 7. Como había menú del día, decidimos tomarlo. Entre los platos principales había sopa de cocido y ensalada mixta, y entre los secundarios, el resto del cocido, emperador a la plancha y costillas al horno. Todo esto con bebida, pan y postre. Yo pedí la sopa de cocido y las costillas. Tardaron un poco en traer la sopa, que realmente no me pareció nada buena, más bien aguada y con una fina capa de grasa encima que le daba un color amarillento pero poco agradable a la vista. Las costillas bastante sosas, con mucha grasa y poquísima carne. Además de ser una ración un poco pequeña con unas cuantas patatas fritas que más que acompañar parecía que iban por pena. De postre pedí un café con leche. En total 10 €, barato para la zona, pero caro para la calidad de la comida.