Facultad de Ciencias de la Información

Hace diez años pasé mucho tiempo aquí. Y cuando digo «mucho», lo hago de forma literal. Además, incluso después de una década, hay noches que me levanto sudoroso, como después de una pesadilla, totalmente obsesionado, pensando que no he terminado la carrera todavía porque me faltan dos créditos de Libre Configuración.
Y eso que el otro día, aprovechando que venía por aquí, recogí mi título de Licenciado en Periodismo. Nueve años después de haberlo pedido.
La Facultad de Ciencias de la Información es un edificio horrible, símbolo de la arquitectura brutalista, y dicen las malas lenguas que copiado de una cárcel de mujeres en Toronto. No sé si es cierto, pero sí puedo decir que el edificio y sus bajos (los que llevan a la videoteca y a los estudios de televisión) dan el suficiente miedo como para que Alejandro Amenábar se inspirase en ellos para ‘Tesis’. Por lo demás, diré que comparada con otras universidades que he visitado (la Autónoma, o la KUL de Lovaina) a esta le faltan bastantes medios. Aunque, por otro lado, está mucho más céntrica que la Autónoma, porque el campus de Cantoblanco está bastante lejos.
En mi último año de Periodismo nos trasladaron al aulario nuevo. El aulario nuevo está genial, pero era como un horno por las tardes, sobre todo cuando daba el sol a través del espacio deportivo de Cantarranas. ¡Era imposible estar en los pasillos, a veces incluso necesitábamos gafas de sol!
Y por supuesto, la cafetería, que es donde –según se bromea– los estudiantes de periodismo pasan más horas a lo largo de su carrera. Un sitio con un café muy desagradable, y con unos camareros que, oh sorpresa, no han cambiado en estos diez años. Casi nada.

Una de las facultades de la complutense donde hay más ambiente, un buen sitio para estudiar pero también para relajarse, no es mi facultad pero es de las que más me gusta. Gente fantástica y fantástica biblioteca y a ella voy. A Estudiar!