No te dejes engañar por el aspecto de esta pequeña freiduría en pleno barrio de Canillejas: ¡Se come de maravilla! La primera vez que me senté en su terracita, bajo los pinos, empezamos a pedir raciones como si no hubiera un mañana. «¡Eh, alto, locos!», nos dijo el camarero. Cuando llegaron las jarras heladas de Estrella de Galicia, con el calor que hacía aquella noche, fue como una bendición. Y, ¡ay, ama!, ¡raciones tamaño XXL! ¡Qué deciros que al estar debajo de mi casa se convirtió en un habitual! Me encantan sus sabrosas ensaladas, sus pinchos morunos(enormes), sus costillas asadas, su puntilla. ¡Media barra de pan por persona! Mi compi de piso se chupaba los dedos con el bocata de morcilla, y mi ex con el de zarajos y mollejas. En invierno no ponen la terraza, pero en cuanto empieza el buen tiempo hay lista de espera para cenar.