Gran Cafetería Santander

Wir waren hier mehrfach und haben es immer genossen. Wenn man draußen sitzt kann der Verkehr nerven.
Das Essen war immer gut und die Bedienung prompt und sehr nett.
Es gibt tapas, sandwiches, tortillas, der perfekte Ort um nach einer Tour durch die Stadt runter zu kommen.

Aunque lleva ahí la tira de años, creo que el destino ha hecho que nunca haya entrado anteriormente, casualidades de la vida ayer fue el día de «pues falta fulanito» cuando quedas a tal hora en la salida de metro de Alonso Martinez y en lugar de esperar a la interperie te adentras en el primer bar que visualizas a tu alrededor.
Y aquí entra éste bar con nombre de banco, no confundirse por si le dices a tus amigos «os espero en el Santander». Ya le tenemos como otro «bar de espera» hasta que llegan esos amigos tardones que no saben lo que es la puntualidad leonesa.
Coñas a parte, es un bar-​cafetería bastante grande, no es nada del otro mundo, tiene pinta eso si, de tener la tira de años y había bastante personal. El ambiente pues de todo, desde gente joven hasta abuelillos en mesa cenando. De beber pedimos tercios de Mahou (desconozco el precio porque se pagó todo junto) y como de tapa unas mini croquetas de cuyo sabor no quiero acordarme (sólo recuerdo que no fueron mucho de mi agrado, pero había que llenar un poco el estómago con algo) y al rato una de las camareras muy amablemente (o dueña quizá) nos ofreció una tapa de ensaladilla rusa. No sé qué tal estaba porque no la caté. Hay veces que me da miedo probar las ensaladillas por lo que pueda pasar…
Leí por el bar letreros con lo que ofertan, chocolate con churros, desayunos «brunch», bocadillos. vamos, algo inusual en los bares Y leyendo las reseñas que comentan lo del wifi. ni me fijé que hubiese.

Tengo sentimientos encontrados con respecto a este sitio, pero resultó ser una de las pocas cosas abiertas en la tarde de Nochevieja por la zona y teníamos que hacer una parada. en la puerta había un cartel que ponía que cerraban a las 21, pero se me ocurrió verbalizarlo en voz alta y los camareros tardaron nada y menos en arrancarlo para ver si podían acortar la jornada, cosa que comprendo por una parte pero que, para el que lo hubiera visto previamente y quisiera ir más tarde, es una faena.
Nosotros pedimos un café y una caña que no vinieron acompañados de tapa alguna; a nuestro alrededor había, sobre todo, gente de otros países cenando antes de ir a sus hoteles. La comida no era nada del otro mundo aparentemente: una tortilla de patata, jamón serrano que no podría pasar por otra calidad… El vino que les servían era Cune.
En cuanto al servicio, les costó más traernos la cuenta que las consumiciones, sorprendentemente; no me pareció caro, pero por lo que leo el clavo viene junto con la comida.
Y una cosa que no probé fue su WiFi, pero en mi cabeza tengo el recuerdo de ser el primer local en donde vi una pegatina anunciando este servicio que es como el agua hoy día. Si realmente fueron pioneros, olé por ellos.
Supongo que sería de justicia volver otro día más ordinario a ver cómo se desenvuelven y la calidad de sus productos más de cerca; por ahora, creo que podría haber sido todo un pelín mejor.

Segunda vez que me pasa; no me pasará una tercera: ¡no os pidáis un sandwich mixto! ¡Nunca! Te soplan 5,20 € así sin pestañear.

Café + pincho de tortilla = 5,10 euros, primera y última vez que entro.

This was a nice café that I had breakfast at while traveling abroad in Madrid a few months ago. My friend and I were just wanting to find somewhere to relax, get some coffee and breakfast and wait for our next flight.
We came here and took a seat up at the counter. We tried the tortilla española with a latte and of course we also had to get hot chocolate with churros. Both were great!
The gentleman working at the counter was friendly, the prices were reasonable, the place was clean and fairly spacious and best of all they had good wifi! I would recommend it

Tiene wifi gratis, no es especialmente caro y te dejan echar la tarde trabajando. Casi siempre hay mesas libres y tienen enchufes para cargar cacharrines. Para mí es uno de los sitios indispensables para cuando estoy por el centro y tengo que trabajar en movilidad.

Lleva ahí desde que el mundo es mundo. Impertérrita, mirando constantemente a Alonso Martínez y entre las calles Génova y Sagasta, en tierra de nadie. Por dentro, tiene ese mobiliario tan típico de las cafeterías de los ’60, con sus taburetes fijos en la barra y todo. Nunca he entendido el rollo del taburete fijo, porque siempre me ha parecido que estás muy cerca para comer con un desconocido y muy lejos con un conocido, pero bueno: las modas son las modas, y esto es así.
Yo llegaba de una reunión y me preparaba para ir a otra, así que me asenté en la barra. Una cosa que me gusta de este lugar es que ofrece WiFi desde hace años. Así que mira, la cafetería será de los ’60, pero por lo menos está modernizada. Diré más, la Wifi iba como la seda: ni en sitios modernos de la muerte iba tan bien. Me pasaron la clave, funcionó a la primera.
El camarero, vestido a la antigua usanza, con su chalequito y todo me preguntó qué quería. Me sorprendió ver que se conocía los nombres y los usos y costumbres de algunas personas sentadas a mi lado, que para mí es sinónimo siempre de calidad. Pedí una Coca Cola. Me puso una tapita, que me sentó de vicio, y me trajo una Coca Cola de las grandes.
Me sorprendió gratamente, no voy a mentir.

Cafetería antigua, su decoración esta desfasada pero su ubicación es ideal.
Gran tamaño de cafetería con zona larga de barra y múltiples mesas a escoger.
El trato de los camareros es amable y al pedir un café tienen el detalle de preguntarte si lo quieres templado o caliente. El precio de un café es 1.60 euros y el de un churro 0.45 euros.
Tiene wifi gratis así que es un sitio prefecto para mirar internet con tranquilidad y sin límite de tiempo mientras se disfruta de un café.

Établissement sans prétention, idéal pour un petit dej ou un brunch. Churros + café 2 €.

La cafetería Santander es a Alonso Martinez lo que la de Hontares a Avenida de America.
Y en ambos casos el atractivo que tienen es el personajismo castizo que se junta en sus tertulias de tarde. esas señoras con sus perlas (buenas) y sus joyas (buenas) bien peinadas con su casco y rizos (de peluqueria) hablando de sus perritos, de sus hijos o de lo malo que es el servicio.
El local es decandente con encanto, aunque grita un plan renove. De precio, si te tomas el café es normal, en cuanto te sales a las tortitas o afines es más bien caro.
Sin ser asiduo, algunas tardes me dejo caer a tomar un café, hojear una revista y observar a la gente.

Considero que esta cafetería es mítica más que nada por la cacho de esquina que ocupa en Alonso Martínez. Y ya que ocupa este lugar privilegiado, pensé que había que probarla. Así pues me decidí a desayunar aquí hace poco. Cruasán a la plancha con mantequilla: normalito; café con leche: eemmm…, nada del otro mundo. Precio de ambas cosas: ¿¿3,5 €?? Que me claven por un desayuno regulero, además después de haber tardado un ratete en reparar en mi presencia, me parece una desfachatez, la verdad.
Pero bueno, algo bueno tendrá este lugar de rancia apariencia setentera, y es que el menú es muy variado (aunque todo bastante caro) y, si decides llevarte la comida a casa, te hacen un 20% de descuento. Abren prontísimo y además tienen terraza.

No tan grande como rezaba el rótulo. Eso es lo primero que pensé al entrar en la Gran Cafetería Santander. Es el perfecto bar para desayunar un día que vuelvas de fiesta. Los churros mejor ni los pidas, porque seguramente tengan la misma edad que Loles León. Te recomiendo que te tomes una café con una tostada con mantequilla y mermelada y un zumo de naranja natural. Si no te gustan las tostadas, no te preocupes, porque tienen toda clase de bollería y seguro que encuentras algo a tu gusto.

Solo me paso por esta cafetería por la mañana, así que solo he desayunado allí. Mi calificación es clara: tienen de todo. Bollería, tostadas, bizcochos, tartas, postres varios, yogures, cereales, zumos, cafés, infusiones. Todo lo que se te ocurra para desayunar. Ademas tienen la cocina abierta todo el día, así que puedes pedir un plato del menú por la mañana que seguro que te lo ponen.
El precio es algo elevado, no mucho, pero se paga a gusto. El bar es enorme, tienen una zona con ordenadores para conectarse a internet, creo que tambien tienen wifi.
En fin, tengo la senseción de que aún me quedan cosas por descubrir de esta cafetería.